Víctima de varios atentados en los últimos meses y objetivo de los yihadistas por su presencia en Siria, Rusia se prepara para un dispositivo de seguridad muy reforzado, casi un estado de excepción, ante las amenazas que pesan sobre el Mundial de fútbol de 2018 en ese país.
Dieciséis muertos en un atentado con bomba en el metro de San Petersburgo en abril, siete personas apuñaladas en un ataque revindicado por la organización Estado Islámico (EI) en Siberia en agosto, sin contar con las numerosas “células” del EI que los servicios de inteligencia anuncian regularmente haber desmantelado: los precedentes recientes no invitan a la tranquilidad.
En el horizonte se perfila ya el Mundial de fútbol (14 junio-15 de julio) como el gran evento deportivo internacional de 2018, pero “la amenaza de atentado en Rusia es muy real”, advierte Alexandre Goltz, un experto ruso independiente, especializado en cuestiones de seguridad.
Esa amenaza, a la cual Rusia se enfrenta desde hace más de 20 años y las dos guerras de Chechenia, aumentó todavía más desde el compromiso militar del país en apoyo del régimen sirio, en septiembre de 2015, convirtiendo a los rusos en uno de los objetivos prioritarios del Estado Islámico.
“Las autoridades dicen que han conseguido destruir el EI. Pero varios miles de rusos han participado en los combates y ahora comienzan a volver a Rusia”, recuerda Alexandre Goltz.
Según los servicios secretos (FSB), unos 2.900 yihadistas rusos, mayoritariamente originarios de las inestables repúblicas musulmanas del Cáucaso, han combatido en Siria. Hay que añadir a ellos varios miles de combatientes procedente de países de Asia Central, que cuentan con importantes colonias en Rusia.
‘Atraer la atención’
A siete meses del torneo de fútbol, las medidas reforzadas de seguridad son ya visibles y han sido bien aceptadas por la población, en un país que ha pagado grandes facturas en términos de víctimas del terrorismo.
En el metro de Moscú se han instalado pórticos de seguridad en todas las estaciones y los bolsos y mochilas son escaneados. En San Petersburgo, la policía comenzó la pasada semana a desplegar perros rastreadores de explosivos en el metro.
El evento deportivo más importante del planeta junto a los Juegos Olímpicos es un objetivo que obliga a tener cautelas. Cada día hay varias decenas de llamamientos a cometer atentados durante el Mundial, que son publicados en los órganos de propaganda del EI y por grupos de simpatizantes de la organización en las redes sociales. En muchos de ellos hay referencias a estrellas del balón.
“Son amenazas mediáticas para atraer la atención”, relativiza Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de París. En su opinión, el riesgo terrorista afecta a “todo evento deportivo global que atraiga a las cámaras y a la voluntad de aquellos que quieren provocar impacto”.
Unos meses antes de los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi en 2014 hubo atentados con bomba en Volgogrado, con 34 muertes, y “se temían muchos atentados” durante el evento, recuerda ese experto. Pero finalmente la competición transcurrió sin incidentes en ese sentido.
El director del FSB, Alexandre Bortnikov, reveló a principios de octubre que se desbarataron proyectos de atentados antes de la Copa de las Confederaciones, que tuvo lugar el pasado mes de junio, también en Rusia.
Medidas drásticas
Desde 2016, Rusia ha puesto en funcionamiento un “grupo de trabajo” internacional encargado de las cuestiones de seguridad durante el Mundial, al que se han unido, según Alexandre Bortnikov, los servicios de seguridad de 32 países, a pesar de las tensiones diplomáticas entre Rusia y otros países occidentales.
Bajo la responsabilidad del FSB, un “estado mayor general de control de la seguridad del Mundial” se ha diseñado, según la prensa rusa, para evitar que los diferentes servicios “no se pisen” y se ha publicado una lista de lugares sensibles especialmente vigilados.
Las autoridades rusas prefieren ser discretas sobre el dispositivo de seguridad del Mundial, pero el viceprimer ministro responsable de Deportes, Vitali Mutko, anunció ya que al menos 30.000 millones de rublos (445 millones de euros) serán invertidos en esta cuestión.
En mayo, el presidente Vladimir Putin firmó un decreto “sobre las medidas de seguridad reforzada durante la Copa de las Confederaciones y el Mundial”, que estuvo en vigor en junio de 2017 y que volverá a estarlo del 25 de mayo al 25 de julio de 2018.
De manera paralela, organizaciones pro Derechos Humanos se preocupan por ese decreto y su limitación de libertadores de manifestación o circulación.
“Hemos visto ya las consecuencias”, declaró a la AFP Yulia Gorbunova, de Human Rights Watch, según quien 33 personas fueron detenidas arbitrariamente durante la Confederaciones.
(AFP)