La Federación Internacional de Natación (FINA) dio un golpe sobre la mesa este domingo al ser el primer organismo a nivel global que plantea una solución al conflicto de los deportistas transgénero compitiendo en categorías de élite acordes a su sexo sentido y no biológico.
Más del 70% de los miembros de la FINA aprobaron que se excluya de la categoría femenina a toda nadadora trans que haya comenzado su tratamiento de reducción de testosterona una vez pasada la pubertad masculina.
La medida se ha tomado con el objetivo de proteger al deporte femenino después de que el caso más polémico y mediático haya tenido lugar precisamente en la piscina: el de Lia Thomas, nadadora de la NCAA por la Universidad de Penn State.
El caso de Thomas ha dado la vuelta al mundo y es que comenzó a ganar de manera casi incontestable al pasar de la categoría masculina, en la que obtenía resultados mediocres, a la femenina.
Para evitar esa ventaja biológica que los hombres tienen a nivel físico con respecto a las mujeres, la FINA se ha convertido en pionera en materia de preservar el deporte practicado por mujeres y ha anunciado que estudiará las diferentes opciones de crear una categoría aparte para favorecer la inclusión total y en la que presumiblemente competirán las personas transgénero.
Y, ahora, ¿qué?
Esto frena la progresión de Lia Thomas que, recientemente, había manifestado su intención de seguir adelante con el gran objetivo de los Juegos Olímpicos en el horizonte.
Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional no está exactamente en la línea de la FINA y anunció el pasado mes de enero una guía que provocó gran revuelo al ser, consideraban varios sectores feministas, injusta con las mujeres.
El COI recogía en su propuesta que “ningún atleta debe ser excluido de la competición por suponer que tiene una ventaja debido a su género”, una afirmación que ha escamado a gran parte de la comunidad científica que cree que las regla no se basa en absoluto en la ciencia.
En cualquier caso, en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio, la halterófila transgénero Laurel Hubbard cumplió su sueño de ser olímpica pese a estar en el ocaso de su carrera y sentó un precedente que será de nuevo foco de debate en París 2024.
Los casos en otros deportes
Recientemente también salió a la luz el caso de Emily Bridges, ciclista transgénero británica que hizo sumarse al debate al mismísimo Boris Johnson, quien salió en defensa de las mujeres y desaprobó su participación en los deportes femeninos.
La decisión de la FINA no tiene por qué ser la postura a seguir por el resto de federaciones internacionales pero sí debe de servir de ejemplo para instar a estas a tomar decisiones. Urge que se regularice la situación para encajar el papel de los deportistas transgénero en el deporte y entender su impacto sobre la supervivencia del deporte femenino en el que es uno de los grandes temas pendientes de la competición en el siglo XXI.