Khalid Eisa detuvo el lanzamiento de Enzo Pérez, en el décimo penalti, y Al Ain tumbó a River Plate en la primera semifinal del Mundial de Clubes. Batacazo de escándalo del campeón de la Copa Libertadores, conducido al cruel desenlace después de realizar un partido decepcionante. Un equipo de tercer orden, con el único plus de ejercer de anfitrión, terminó con el histórico club argentino, condenado por su propia incompetencia.
A falta de juego colectivo, River tuvo suficiente en los primeros minutos con Piti Martínez, vivo, certero y dinámico, respuesta casi inmediata al susto del minuto 3, con el tanto de los anfitriones a la salida de un córner muy mal defendido por los argentinos. Dos jugadas iniciadas por él las rentabilizó Borré para situar a River con 2-1. Al Ain desmintió pronto cualquier imagen exótica, creando peligro en acciones a balón parado. La consigna era clara: una vez asumida su debilidad, esperar en su terreno y salir al contragolpe. River se mostró como un equipo trémulo, carente de autoridad, demasiado expuesto ante un rival inferior.
A pesar de irse con ventaja tras el primer tiempo, que pudo terminar con empate a dos de no mediar el VAR, River exhibió un catálogo de carencias, con debilidad en la retaguardia y falta de capacidad combinativa en un centro del campo errático. Atrás había quedado la feliz inercia de ganarle el título más importante de América al gran adversario bonaerense. La chispa de Martínez y el acierto de Borre le alcanzaron para salvar la cara en los 45 minutos iniciales.
Con entrega y el toque de distinción de sus jugadores foráneos, Al Ain estaba en el partido. Prueba de ello fue el tanto de Caio a pase de Shiotani en la reanudación, que dejó en evidencia a Maidana, cuyo trabajo fue desastroso toda la tarde. Si Berg sacó provecho del caos en el primer tanto, el brasileño resolvió con clase para igualar a dos. Las cosas aún le podían ir peor a River. Martínez envió un penalti al larguero y la entrada de Enzo Fernández y Quintero no ofreció resultados. Gallardo siguió relevando a sus centrocampistas con De la Cruz por Poncio a cinco minutos de la conclusión.
Quisieron más los argentinos en la prórroga, pero lastrados por los mismos déficits. Provocaba rubor su incapacidad para armar un contragolpe o acumular cuatro pases en la medular. Hinchado de convicción, el Al Ain mantuvo su plan y generó algún sobresalto cuando logró robar en el centro del campo. Armani salvó el tercero al rechazar un remate del central Ahmed, una vez más en jugada nacida a pelota quieta, cuando suspiraba la prolongación. Certeros en los penaltis, convirtieron todos. A Enzo le tocó la desgracia de fallar el único de su equipo.
El Mundo