Ocurrió lo que tenía que ocurrir. Eslovaquia venció con comodidad a una Dinamarca ‘amateur’ en la que Christopher Haagh, un portero de fútbol sala, fue titular. Nadie en el país danés podrá reprochar nada a los jugadores que saltaron al campo, que pusieron todo lo que tenían sobre el césped. La diferencia de calidad y la experiencia de los eslovacos, que no reservaron a nadie a pesar de jugar contra futbolistas que militan en la segunda y tercera división danesa, se impusieron al corazón y las ganas de los jugadores nórdicos, que poco más podían ofrecer.
No hubo tiempo ni para soñar. A los diez minutos de juego Nemec adelantaba a Eslovaquia con un cabezazo en el área pequeña en el que Haagh no pudo hacer nada más. Quizá podría haber evitado el gol si en su día a día entrenara en un aréa y con una portería de dimensiones tres veces mayor a las que está acostumbrado. Pero no se le pueden pedir peras al olmo. Se lanzó a por el balón estirando su pie izquierdo, como si de un remater de Richardinho con la puntera se tratara, y, obviamente, no llegó a despejar. Pero no se vino abajo, ni él ni el resto de sus compañeros. Dinamarca tuvo un par de ocasiones de empatar el partido y Haagh realizó varias paradas de mérito durante la primera parte, especialmente en un trallazo de Weiss dentro del área que el guardameta consiguió despejar a córner. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, Rusnak dejó el partido visto para sentencia en el 36’ con un disparo cruzado con la derecha que el portero danés llegó a rozar con los dedos.
La segunda parte fue un monólogo de Eslovaquia, que no quiso hurgar en la herida y se dedicó a mover el balón de un lado a otro. En un acercamiento casi involuntario al área, un centro raso de Mak golpeó en Fogt, otro de los jugadores de fútbol sala convocados por la federación danesa, que involuntariamente desvió el balón hacia su portería y firmar así para su desgracia el 3-0 definitivo.