En días pasados, el deporte acuático alzó su voz ante el parlamento regional para exponer la dramática situación que los ha llevado a experimentar una deserción de más del 80 por ciento de atletas, un fenómeno que lejos de ser exclusivo del mundo de las piletas se replica en otras disciplinas.
En el beisbol y el tenis de mesa, por ejemplo, se registra una merma de 50 y 40 por ciento de practicantes respectivamente y las razones son prácticamente las mismas en ambos casos: el alto costo de la vida, que coloca al atleta en el dilema de ejercitarse o comer.
“O la gente come o los niños juegan”, dice Juan Alberto Martínez, presidente de la Asociación Tachirense de Beisbol, en referencia a la coyuntura que ha llevado a la mitad de la población –sobre todo infantil- practicante de la disciplina a guardar el guante y la pelota de manera anticipada.
Para graficar la situación del beisbol, el dirigente se refiere al número de equipos que hacían vida en la escuela Luis Rodolfo Martínez hace sólo 16 meses, cuando habían 17, hoy día sólo sobreviven seis.
“La inflación es la principal causa”, señala el dirigente y aclara que no necesariamente es por el costo del material deportivo, que no es siempre, sino son los gastos permanentes que deben hacerse por concepto de transporte para llegar a los entrenamientos, el pago de entrenadores y el pago del personal técnico que participa durante los partidos oficiales.
En este sentido, Martínez apunta que en la pasada temporada del torneo estadal se recogió, por concepto de inscripción y participación, dos millones de bolívares, que se utilizaron para mantenimiento básico de los campos y pago del personal técnico; “esta temporada recogimos dos millones 100 mil bolívares, y sólo una correa para el carrito podador de grama se fueron 2.600.000 bolívares, es decir, estamos en quiebra”, dijo.
En esas variaciones de precios de un año a otro, citó el caso de la cal para demarcar el terreno de juego, “una bolsa en 2017 valía entre 30 y 40 mil bolívares, hoy cuesta 480 mil bolívares”.
Pero, por supuesto que también está el caso de los niños que se retiran de las escuelas de beisbol porque simplemente son parte, junto a su familia, de la ola migratoria que arrasa Venezuela y que arrastró en el caso de Asobeisbol, por ejemplo, a dos directivos de esta.
¿Alternativas? Sí, se han buscado y la más oportuna para el beisbol ha sido sustituir la categoría de competencia a los eventos y hacerlos más recreativos “para no quitarle el derecho al deporte a nuestros atletas”, dijo Martínez, quien también indicó que para bajar los costos se ha eliminado el recopilador, y la asociación subsidia el marcaje del campo y mantenimiento del mismo.
“Los desertores están en edad productiva”
El tenis de mesa experimenta el mismo fenómeno del beisbol: el alto índice de deserción de atletas, pero especialmente de los que están en edad productiva, es decir entre los 15 y 20 años o más, que corresponden a las categorías Junior, Juvenil y Primera, según indicó Edith Dueñas, entrenadora y presidente de la asociación tachirense de la especialidad.
“A ellos se les trata de formar integralmente, paralelo en los entrenamientos, pero por la situación ya optan unos por trabajar y otros por irse del país”, dice Dueñas, quien se conmueve al recordar esas últimas conversaciones con sus atletas, cuando la visitan en su casa para decirle “profe, yo la quiero mucho pero me voy de Venezuela”.
Edith Dueñas refiere que hace un año tenía una nómina de atletas de 65, hoy solo cuenta con 27. Entre los que abandonaron la raqueta se cuentan los que se emigran y los que por la situación país ya no resulta beneficioso, pues muchos dependen del transporte público y entre las dificultades de obtener efectivo más la irregularidad del servicio, optan por tachar la práctica deportiva de su lista de actividades.
“Como entrenadora me he dado a la tarea de unir los tres grupos de entrenamiento en un solo horario –de dos a cuatro de la tarde- para que puedan cumplir”, apunta Dueñas, aunque reconoce que aun así muchos llegan a sus casas sobre las ocho de la noche.
Asegura Dueñas que poco a poco los entrenadores se van quedando sin su principal recurso humano, aunque reconoce que en su caso busca siempre captar atletas en edad de iniciación, no obstante, allí entra a depender de los padres y representantes “ellos también deben comprometerse para que puedan llevar a sus niños”, dice, al tiempo que reconoce la voluntad de estos, pero la misma situación boicotea las intenciones de cumplir.
A esto se le suma la falta de material (pelotas y raquetas) y sus altos costos. Edith Dueñas indica que una pelota pin-pon puede costar 800 mil bolívares y su tiempo de vida va entre ocho y 15 días máximo “y eso ligando que no se rompa, que no la pisen”.
“No es fácil. El tenis de mesa se volvió más costoso que el tenis de campo”, sostiene Dueñas e indica que una raqueta simple, de iniciación, está por el orden del millón o millón y medio de bolívares y su tiempo de vida útil es máximo ocho meses, mientras que una de alto rendimiento requiere cambio de goma cada seis meses, y la goma cuesta entre 80 y 120 dólares.
A toda esta situación se suma la inseguridad, que azota no sólo a las personas, sino a las instalaciones deportivas y es que la sede del tenis de mesa, ubicada en el Complejo Deportivo Juan Maldonado, así como los gimnasios de otras disciplinas que funcionan allí, ha sido víctima del hampa en reiteradas oportunidades.
“La última vez hicieron caída y mesa limpia. Se robaron el cable que va desde el poste en la calle hasta la brequera de la instalación. No conformes con eso se llevaron la brequera a los dos días, bajaron bombillos, se llevaron parales y no se llevaron las mesas porque pesan mucho, y hasta se llevaron una puerta, duró ocho días así”, contó Dueñas.
Luego de notificar de la situación al Ministerio del Deporte, lo más que se logró fue la ubicación de un comando policial en el sitio “pero es lo mismo que nada, pues no hacen rondas, sólo duermen”.
María José Salcedo