BERLÍN, 3 Jul 2017 (AFP) – Nada parece ser capaz de detener a la ‘Mannschaft’. Ganadora de la Copa de las Confederaciones con un equipo muy joven, campeona de Europa Sub-21 esa misma semana, Alemania parece dispuesta a permanecer al menos una década más en la cumbre del fútbol mundial.
“Y lo mejor está aún por venir”, se felicitó este lunes el periódico Bild, el más leído de Alemania, que no concibe otra cosa que un nuevo cetro mundial el próximo año en Rusia, un día después de la victoria en la final de la Confederaciones ante Chile (1-0), con cerca de 15 millones de alemanes presenciando el partido delante del televisor.
La profundidad del banco de los equipos alemanes impresiona: la Mannschaft logró el domingo un nuevo título con un plantel completamente experimental: sólo tres vigentes campeones del mundo (Mustafi, Ginter, Draxler), y siete jugadores que no se habían estrenado con la absoluta antes del mes de junio.
Casi de forma simultánea, el combinado Sub-21, privado de varios de sus jugadores consagrados, presentes en Rusia, derrotaba a España 1-0 en la final del Europeo de la categoría.
En medio de la euforia general, los únicos en conservar la cabeza fría fueron el seleccionador Joachim Löw y sus adjuntos más cercanos.
“Debemos poner un poco de freno”, aseguró el mánager general de la Mannschaft Oliver Bierhoff: “Brasil, Argentina o Italia en el Mundial son de un calibre diferente a Australia o Camerún en la Copa de las Confederaciones”.
Discurso parecido formuló un Löw satisfecho pero prudente: “Tenemos algunos jugadores que han adquirido mucha confianza en los dos torneos, pero para esos jugadores el trabajo no ha hecho más que comenzar (…) Alcanzar la cumbre y un nivel de clase mundial representa otro desafío”.
Sin embargo estos dos triunfos meten presión a los campeones del mundo, los Boateng, Howedes, Hummels, Khedira, Ozil o Thomas Müller.
“Es importante para los jugadores habitualmente titulares que sientan la presión”, añadió Bierhoff sin eufemismos: “Un Toni Kroos no tiene que preocuparse, pero no quedan muchos más intocables”.
Joachim Löw, que guía desde hace 11 años los destinos de la Mannschaft, siempre ha mantenido el principio de integrar a las nuevas generaciones pujantes: Desde la semifinal de la Eurocopa-2016 perdida contra Francia, ya ha dado la oportunidad a 13 futbolistas.
Ajeno a todas las críticas, formó para la Copa de las Confederaciones un equipo que denominó “de futuro”, con la intención de llevar a “dos o tres jugadores de un nivel mundial a un nivel superior”.
Al final, su apuesta está mas que rentabilizada. Chicos como los delanteros Timo Werner y Lars Stindl, y el centrocampista Leon Goretzka (máximos realizadores del torneo con tres dianas cada uno) o el defensor Niklas Süle, que militará en el Bayern esta temporada, están empujando fuerte para formar parte de la lista de 23 para el Mundial de Rusia.
Y qué decir de Julian Draxler, capitán dentro y fuera del terreno de juego durante el torneo. El volante del PSG removerá los cimientos de un centro del campo plagado de “históricos” como Thomas Muller, Mario Götze, André Schurrle o Marco Reus, que han vivido suertes dispares con sus clubes esta temporada.
“El arte de Low”, comenta este lunes la revista Kicker, publicación especializada en el fútbol alemán, “consistirá en adelante en reunir a los líderes de la Copa de las Confederaciones y a los que quedaron en casa, en un equipo estable y ambicioso, motivado para conquistar el mundial y que no esté dividido por la rivalidad por el puesto de titular”.
Una tarea complicada, pero que el seleccionador que ha conducido a Alemania a los últimos escalones en todos los torneos internacionales desde su llegada al cargo en 2008 parece capacitado para sacar adelante.