En Zambia, la homosexualidad no solo es una cuestión moral sino que es considerada un crimen. Por eso, cuando los responsables de su fútbol propusieron prohibir cualquier discriminación por orientación sexual se sucedieron reacciones virulentas.
La controversia comenzó a finales del pasado año, cuando la Federación Zambiana de Fútbol (FAZ) empezó a hacer circular un proyecto de nuevo reglamento interno, acorde con el de la FIFA, la instancia mundial que dirige el fútbol.
El artículo 3 del texto incluye la prohibición de “cualquier tipo de discriminación” contra una persona o un colectivo por su orientación sexual y que contravenir esa norma “es castigable con una suspensión o una expulsión”.
La Iglesia zambiana no ocultó su enfado y varias glorias del fútbol del país africano se sumaron a las protestas, denunciando la violación de los valores cristianos que defiende su Constitución.
La ley fundamental del país no prohíbe de manera explícita las relaciones homosexuales, aunque sí toda “relación carnal contra el orden natural”.
Su código penal sí castiga la sodomía, prohibida desde la época en que era colonia británica. Contempla para ello hasta un máximo de quince años de prisión.
“Cólera de Dios”
“Zambia es una nación cristiana y toda recomendación de la FIFA que entre en conflicto con el cristianismo no es bienvenida”, sentencia un exmiembro del comité directivo de la FAZ, Masha Chilemena, uno de los líderes de la lucha contra ese famoso artículo 3.
“La FAZ no puede contravenir la ley del país”, añade, “y si la FIFA impone sanciones a Zambia pues qué le vamos a hacer, nuestros equipos sólo jugarán en la liga local”.
También muy indignado, el presidente de la Federación Internacional de Iglesias Cristianas (IFCC), Simon Chihana, amenazó a los dirigentes del fútbol zambiano con una tarjeta roja. Si aprueban un reglamento que incluye la prohibición de la discriminación a los homosexuales “sufrirán la cólera de Dios”.
“Nuestra nación está bendecida, no podemos autorizar a una institución o a un individuo que nos traiga las prácticas de Sodoma y Gomorra”, se queja Chihana.
Las opiniones contrarias a la homosexualidad son habituales en el país.
El presidente Edgar Lungu, reelegido el pasado año, ha sido noticia en varias ocasiones por sus ataques verbales contra los homosexuales, pese a las peticiones internacionales de respeto y tolerancia.
“Los que defienden los derechos de los gays deberían ir al infierno”, afirmó Lungu en 2013, cuando era ministro de Relaciones Exteriores, hablando de relaciones “contra natura” al referirse a una pareja de hombres que había sido acusada formalmente.
Esos dos hombres acusados fueron finalmente absueltos por la justicia, pero antes de eso estuvieron más de un año en detención provisional.
Un continente con leyes hostiles
La homosexualidad es ilegal en más de una treintena de países del continente africano e incluso puede ser castigado con la pena de muerte en Mauritania, Sudán y en algunas provincias de Nigeria y Somalia.
Para calmar la polémica, el secretario general de la Federación Zambiana de Fútbol, Ponga Liwewe, recordó que el texto actual es únicamente un borrador y prometió que no violarán la ley de su país.
“Cuando sea definitivo, el texto estará adecuado a las leyes del país y del fútbol, sin contradicción entre las dos”, asegura.
En medio de un fuego cruzado, el patrón del fútbol zambiano se ve sometido también a las presiones de defensores de los Derechos Humanos, que le piden que no capitule ante la cruzada de la Iglesia.
“Los integristas, en su mayor parte pentecostalistas (fieles de un movimiento evangélico), engañan al gobierno y a la gente”, acusa el activista Paul Kasonkomona, que fue acusado en 2013 -y luego absuelto- por haber reclamado la despenalización de las relaciones homosexuales.
“La Constitución dice que los derechos de todos tienen que ser respetados”, recuerda.
(AFP)