ASUNCIÓN, (AFP) – En un partido intensamente disputado, el paraguayo Sportivo Luqueño quedó cerca del milagro al vencer 2-0 al colombiano Independiente Medellín, que pese a perder se metió en los octavos de final de la Copa Sudamericana 2016 por diferencia de goles.
El cuadro guaraní anotó por intermedio de su volante colombiano Vladimir Marín, de penal a los 23 minutos, y de Derlis Alegre, a los 44, pero le faltó uno para forzar la definición por penales, ya que en la ida el ‘Poderoso’ se impuso 3-0 en Medellín.
El ‘Rojo’ cafetero se verá las caras con el brasileño Santa Cruz en los octavos de final.
El conjunto colombiano no pudo detener el juego arrollador de los locales en el primer tiempo, que se fueron al descanso con los dos goles de diferencia, pensando en llegar al objetivo en la segunda fracción.
Todo parecía que lo lograría a juzgar por la tibia reacción del primer tiempo con un estado de ánimo desastroso, exteriorizado en la nula actitud para pelear el partido en la primera parte.
Sin embargo, el equipo de Leonel Álvarez cambió de estrategia en el segundo tiempo y se plantó mejor para contener el frenético huracán guaraní que amainó a medida que fue pasando inexorablemente el tiempo.
Afloró entonces la experiencia de Mauricio “Mao” Molina para orquestar el contragolpe y el balance en el juego ante un desesperado Luqueño que no pudo concretar sus opciones de gol.
El portero paraguayo Rodolfo Rodríguez se vio forzado inclusive a despejar una pelota de gol tras un cabezazo de Cabezas.
A los 59, el arco del Luqueño estuvo a punto de ser vulnerado por un remate de Molina que se fue apenas afuera.
Fue tras una salida ingenua del arquero Rodríguez hasta la mitad de su campo y una desinteligencia con el defensor Joel Benítez. Molina probó la valla rival desde unos metros más allá del círculo central. Pero la pelota, con el arco en blanco, se fue por poco afuera.
Los paraguayos volvieron a intentar a los 73 con un cabezazo de Christian Ovelar que se fue afuera cuando tuvo una magnífica oportunidad para anotar.
La batería de los jugadores paraguayos fue agonizando, paralelo a sus frustraciones por llegar al tercer gol que le iba a dar derecho a dirimir el pleito de la segunda fase por la vía de los penales.
La superioridad local se convirtió en voluntad y luego en frustración.
La conquista de la salvación no llegó a pesar de todo el esfuerzo desplegado por el conductor del equipo guaraní, casualmente colombiano, el veterano volante Vladimir Marín y sus huestes cuyos esfuerzos no rindieron sus frutos para dar vuelta la serie.
No obstante, el esfuerzo de los pupilos de Félix León fue valorado por la hinchada que lo despidió con aplausos por el pundonor que exhibieron en el gramado del coliseo deportivo.