Logística gigantesca, hooliganismo e, incluso, la amenaza terrorista: Rusia se enfrenta a numerosos desafíos en su preparación para el Mundial-2018, el evento futbolístico más importante del planeta y cuyo sorteo se celebrará el viernes en el Kremlin.
La polémica doble atribución de los Mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y Catar decidida por la FIFA no había supuesto el mejor inicio en la preparación de la organización del prestigioso torneo. Para asegurarse el éxito organizativo, la Rusia de Vladimir Putin no ha reparado en gastos a nivel financiero, tan solo cuatro años después de la deriva presupuestaria de los Juegos de Invierno de Sochi-2014.
Con un presupuesto de 11.500 millones de dólares (unos 9,6 millones de euros), destinados en su mayor parte a edificar modernísimos estadios y a instalaciones hoteleras de alta calidad, el país corre el riesgo de haber creado numerosos ‘elefantes blancos’.
El mayor país del planeta tendrá que poner además una logística directamente proporcional a los 2.500 kilómetros que separan Kaliningrado, la ciudad-sede más occidental, y Ekaterimburgo, la situada más al este. Es la misma distancia, por ejemplo, que separa París de la capital rusa.
Hooligans y racismo
La seguridad también es un aspecto muy importante en un país roído por el hooliganismo, una cultura profundamente anclada en algunos grupos de hinchas ultras de clubes rusos que practican las batallas entre ellos de manera premeditada.
Las autoridades rusas, que quieren evitar a toda costa las imágenes surrealistas de las violentas peleas que se registraron en Marsella en la última Eurocopa-2016 entre radicales rusos y hooligans ingleses, han puesto en marcha diferentes medidas para evitarlo.
Una de ellas es la ley que prevé la prohibición de entrar a Rusia a los hooligans extranjeros y la confección de una ‘lista negra’ con los nombres de algunos de los líderes de los grupos violentos.
Otra medida en la creación de un “pasaporte del hincha” (o Fan-ID) con el fin de conocer el perfil de cada uno de los aficionados que se desplace al país para asistir a los diferentes partidos del Mundial.
Los dirigentes del fútbol ruso van a tener que enfrentarse también al problema endémico del racismo en los recintos deportivos, del que las primeras víctimas son los deportistas extranjeros que juegan en Rusia.
El brasileño Hulk, por ejemplo, denunció que aficionados rusos le dirigían “gritos de mono” prácticamente “en cada partido” mientras jugó para el Zenit de San Petersburgo (2012-2016), mientras que el marfileño Yaya Touré, víctima también de un incidente similar en 2013, advirtió en su momento que “si situaciones así se reproducen en (el Mundial de) Rusia, será un gran desastre”.
Temores a atentados y al fracaso deportivo
Afectado por varios atentados en los últimos meses y objetivo de los yihadistas por su participación en el conflicto de Siria, Rusia se prepara a poner en práctica un estado casi de excepción para blindarse de la amenaza terrorista.
Un atentado con bomba en el metro de San Petersburgo (noroeste) provocó 16 muertos en abril de 2017, mientras que otras siete personas fueron apuñaladas en un ataque reivindicado por el Estado Islámico en Surgut (Siberia) en agosto pasado.
Según los servicios de inteligencia (FSB), unos 2.900 yihadistas rusos, la mayoría originarios de las inestables repúblicas musulmanas del Cáucaso, han combatido en Siria. A ese número hay que sumarle los varios miles de combatientes procedentes del Asia central, región que cuenta con una importante diáspora en Rusia.
Meses antes de los Juegos de Sochi-2014, varios atentados con bomba provocaron un total de 34 muertos en Volgogrado. “Van a seguir instalándose” cámaras de seguridad, según el alcalde de la ciudad balnearia ubicada al sur del país, al tiempo que perros entrenados en olfatear explosivos ya han sido desplegados en cada tren y autobuses.
Para concluir este panorama premundialista poco halagüeño, los rusos tienen escasa confianza en las posibilidades de éxito de su selección. Desde la epopeya de la Eurocopa-2008 (eliminación en semifinales contra España, posterior campeón), el equipo ha encadenado las decepciones.
“Por supuesto, espero que nuestro equipo nacional gane. Estoy deseoso de que llegue (el Mundial)”, declaró Putin en el momento de la atribución del torneo. A poco más de seis meses para que el balón eche a rodar, aún queda mucho trabajo por hacer…
(AFP)