Manolo Vanegas profeta en su tierra. El nacido en Seboruco enseñó su pasta de torero, un debut por todo lo alto, con una buena cuota de aficionados en los tendidos, una entrada de media plaza; dibujó con la capa y la muleta su buenos oficios, todo lo aprendido, primero en su etapa novilleril y ratificado ya en calidad de matador de toros.
Al primer astado de su lote y tercero de la tarde, de nombre “Espejo”, del hierro de Rancho Grande, lo recibió de rodillas con una larga cambiada, una segunda de la misma factura y dos buenas verónicas en los medios, conectándose de entrada con sus coterráneos.
Antes de iniciar su labor de muleta fue hasta donde su progenitora que estaba en la barrera de sol para dedicarle el toro: “el sacrificio más grande fue cuando me trajiste al mundo”, le dijo a su progenitora con palabras entre cortadas.
De inmediato tomó la muleta y se fue a uno de los burladeros, donde esperó al toro hinojos, pegándoles varios muletazos con sentido y transmisión. Ya de pie, inició su trabajo muleteril, dejando plasmado su porte de torero, de futura figura, primero con la derecha y después con la izquierda para ganarse la música de la presidencia. Pinchó en su primer intento, para un segundo espadazo bien colocado y la muerte del animal. Pañuelos blancos en los tendidos, la obtención de una oreja y petición de otra que no fue concedida.
Labor similar con su segundo toro, el sexto y último de la tarde, un jabonoso sucio, bien presentado, del hierro de Rancho Grande, por momentos de buenas hechuras, humillaba en algunas embestidas y otras levantaba la cara. Buen trabajo con la pañosa para ganarse la música, pero sin suerte luego de la suerte suprema, tardó en caer el astado, para oir un aviso, que no fue óbice para que aparecieran los pañuelos blancos exigiendo el trofeo para el diestro, que no se le concedió.
David Galán, una oreja
No mostró su mejor cara en el primero de su lote, un toro que lo superó, pudo hacerle una mejor faena, le faltó trabajo con la muleta, lo despachó muy temprano, de repente le pegó su estreno en la Monumental de Pueblo Nuevo, aunado a una temporada bastante disminuida en plazas ibéricas.
Fue a más el torero malagueño, mejoró con el quinto de la tarde y segundo que le tocó en suerte, un astado negro, limpio, al que recibió con un par de verónicas; con la muleta ligó dos tandas de buenos derechazos y por la izquierda también respondió el buen astado de El Prado, obteniendo la música.
Una buena faena la del debutante, dejó claro que sin ser un torero de clase, tiene los recursos para agradar. Una espadazo caído y trasero y suficiente para que el toro se fuera al más allá y el premio a una oreja exigida por el público al sacar los pañuelos.
Manuel Escribano, no tuvo una buena tarde, ni con su primer toro, que poco dio para la lidia, iba más al bulto que a la muleta, que llevó al diestro a ir por el acero y pasarlo a mejor vida con un espadazo aceptable; mientras que con el segundo pese a que se mostró más voluntarioso en su trabajo de muleta. Pinchó en su primer intento y recibió un aviso.
Hoy segunda y última de feria.
La esperada corrida con el debut de Jesús Enrique Colombo, esta tarde a las cuatro, en la Monumental Plaza de Pueblo Nuevo, enfrentando a seis toros de la novel ganadería venezolana de de San José, con asiento en estado Trujillo.
Después de lo hecho por Manolo Vanegas en la primera de feria, el hijo de Táriba está obligado a poner la carne en asador, en una corrida inédita, primera vez que un torero se mide en solitario en la Fiss a media docena de astados.
Acompañarán a Colombo en este debut ante su afición, los también tachirenses Marcos Peña “El Pino” y Antonio José Ramos, en calidad de sobresalientes, quienes estarán atentos a cualquier situación en la que esté en peligro la integridad física del hijo de la “Perla del Torbes”.
Las taquillas en la plaza se abrirán desde las ocho de la mañana, esto para evitar que se colapse el punto de venta tal como ocurrió en la tarde de ayer.
(Homero Duarte Corona)