La previa de la pelea por el título del mundo entre Tyson Fury y Deontay Wilder fue caliente. Fue tensa. De hecho, horas antes del combate, estuvieron cerca de tomarse a golpes de puño. Pero muchos podrán decir que es parte del show.
La gente y la prensa buscan eso y los protagonistas suelen cumplir con el deseo. “Es lo que vende. La sangre vende”, suele decirse.
Tyson Fury llevó esto a la literalidad, a los hechos. Dijo que quería probar la sangre de su rival. En su momento, pareció solamente una provocación, una exclamación de que iría por todo y a como de lugar para vencer a su rival y disfrutar la victoria.
Lo que parecía sólo una provocación terminó siendo real. En el sexto round, se pudo ver el momento en el que Gipsy King intentó lamer la sangre que emanaba de la oreja rota de Wilder. Incluso, en otros pasajes de la pelea, Fury le mostró la lengua a Wilder. Una y otra vez.
Al momento que ocurrió, las redes sociales, la platea de lujo de la última década, no tardó en reflejar el cuestionable gesto del nuevo campeón.
“Momentazo de Fury cumpliendo su palabra y saboreando la sangre de Wilder. Literalmente le ha lamido el cuello”, “Quería sangre (literal) y lo consiguió” y “Literalmente probó la sangre de Wilder”, fueron algunos de los comentarios.
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“Sabíamos y no ocultamos que si presionaba con mi ataque a Wilder el combate estaría bajo mi control y así fue como sucedió porque no pudo aguantar la presión ni mis golpes”, explicó Fury, quien se llevó una bolsa de 25 millones de dólares.
El flamante campeón anticipó además que le dará revancha a Wilder. Volverán a verse las caras. La corona volverá a ponerse en juego y los guerreros volverán a oler sangre y a querer probarla.