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Thiago Silva, el renacido

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SOCHI, Rusia, 28 Jun 2018 (AFP) – Cuando tenía 20 años, Thiago Silva estuvo a punto de morir en Rusia. Una tuberculosis le condenó a seis meses en la cama de un hospital, pero no pudo con este zaguero de garra que regresó el miércoles a Moscú para marcar el gol que aseguraba a la Canarinha en octavos y a él su reconquista.

No es la primera vez que renace este orgulloso central de 33 años al que de niño rechazaron en ocho clubes de Rio. Ya lo hizo cuando después de la humillación del Mundial-2014 -y de su derrumbe emocional ante un país que no podía creer cómo su capitán pedía desesperado no lanzar un penal en octavos-, recuperó su puesto en la Seleçao.

Convertido en uno de los símbolos del descontrol que llevó al 7-1, Thiago Silva entró en el purgatorio con Dunga después de caer aún más bajo en la Copa América-2015, provocando el penal que facilitó la eliminación en cuartos ante Paraguay.

Para muchos era el fin de la selección de quien ya tenía un triste hueco en la historia como el capitán del mayor desastre de Brasil en 64 años, junto a su amigo David Luiz. Él no volvió, pero Thiago Silva siempre se levanta.

Después de más de un año fuera, Tite rompió el tabú y le llamó en su segunda lista.

“Si sacáramos a todos los que fueron criticados en la última Copa del Mundo, sería tierra arrasada. La vida y el fútbol no son así”, afirmó el seleccionador antes del duelo ante Costa Rica, donde el defensa volvió a ser capitán en una Copa del Mundo.

Crítico

Tite volvió a abrirle las puertas de Brasil y él captó el mensaje: ya no era el jefe de un grupo que había sido suyo y donde ahora rodaba el brazalete, ni tampoco el central titular en un puesto que ocupaban con autoridad por Miranda y Marquinhos.

Se tragó el orgullo y se puso a trabajar hasta que acabó recuperando su plaza titular a las puertas del Mundial, en lugar de su compañero en el PSG.

“Después de un periodo fuera de las convocatorias, haber vuelto a un alto nivel dentro de la selección fue para mí un momento muy especial. Me preparé mucho para esto”, afirmó la semana pasada.

Lo llevaba haciendo desde que salió de la complicada zona oeste de Rio de Janeiro, donde cada día sorteaba los tiroteos que castigan a los barrios más humildes para ir a entrenar, incentivado por la fe de su padrastro en que tenía madera.

Tras un breve paso por el Oporto B, el joven Thiago fue cedido al Dinamo de Moscú, pero no tardó en ver que algo no iba bien. Ya desde los primeros entrenamientos sentía dolor en el pecho y no dejaba de toser. Diagnóstico: tuberculosis.

Fue internado en un hospital de Moscú donde pasó seis meses en los que se temió no solo por una carrera a la que no se le veía apenas futuro -no jugó ni un minuto en Rusia-, sino también por su vida.

“Llegué a imaginar que no saldría de allí”, contó emocionada su madre en TV Globo.

El ‘jefe’

Pero salió, fichó por el Fluminense y allí el hijo de doña Ángela comenzó a convertirse en el Thiago Silva firme que sedujo primero al Milan y luego al Paris Saint Germain, donde lleva ya seis temporadas.

Empujado por la misma obstinación que le ha devuelto a la Canarinha, y que le hizo volar más alto que los enormes zagueros serbios para marcar el 2-0 en Moscú. El tanto llegó tras un saque fabricado a medida por su amigo Neymar, a quien salió disparado a buscar para celebrarlo.

“Uno de los peores momentos de mi carrera y de mi vida personal fue aquí. Gracias a Dios ahora está siendo todo muy bueno. No solo en Moscú, sino en Rusia en general, estoy teniendo un gran equilibrio”, resaltó después.

Su emocionado abrazo con quien él describe como un hermano menor zanjaba la polémica sobre su cruce de palabras durante el duelo contra Costa Rica.

Eso era pasado, como demostró la amplia sonrisa de un Neymar exultante, y el mensaje que después le dejó en Instagram junto a una foto de ambos.

“Te lo mereces capita [capitán, ndlr]! Te amo, @thiagosilva_33”, escribió el atacante.
Quizás porque es el único que se atreve a mostrarse molesto en público con el intocable ‘Ney’, o porque nunca muere, Thiago Silva vuelve a ser el jefe.

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