Nunca ha sido tarea fácil para equipos venezolanos enfrentar a sus similares mexicanos a nivel de clubes, en este caso en el marco de la Copa Libertadores de América; aunque cuando la Conmebol incluyó a los combinados “Aztecas” en esta justa continental, lo hizo a través de una liguilla Prelibertadores, precisamente teniendo como rivales a conjuntos criollos.
Ni en esa época, tampoco ahora, poco o nada han podido sumar los equipos nacionales ante los “Manitos”, la historia no ha sido la mejor para los nuestros, ni para el Deportivo Táchira, tampoco para el resto de oncenos del país, prueba fehaciente de la superioridad de los clubes de la nación de los mariachis y los guitarrones.
Y en el caso particular del aurinegro, no es la primera vez que sale mal librado en su visita a suelo mexicano, casi siempre se va con la cabaña profanada una, dos y más veces, que se repitió antenoche en el estadio Olímpico Universitario de la Ciudad de México, búnker de los Pumas del UNAM, un lapidario 4-1.
Superior sin duda alguna el club anfitrión, aunque el forastero aguantó el temporal hasta los 31 minutos cuando el uruguayo Gerardo Alcoba abrió el marcador, en el cobro de un tiro de esquina; segundos antes el meta José David Contreras en espectacular intervención le quitó un gol cantado al argentino Ismael Soca, un cabezazo a boca de jarro, que en gran forma desvió al córner el cuidapalos aurinegro.
El equipo “Felino” era el dueño del balón, los dirigidos por Carlos Fabián Maldonado esperaban y trataban de organizarse en el sector medular, pero sin conseguir el objetivo, ni hasta que Jorge “Zurdo” Rojas estuvo en el terreno de juego -salió por lesión a los 29 minutos-, tampoco luego del ingreso de José Miguel Reyes.
Jugadores de la talla del colombiano Luis Quiñones, un eterno dolor de cabeza para la zaga visitante, amén del “Charrúa” Alcoba y el “Albiceleste” Sosa, pusieron de manifiesto su etiqueta de jugadores de primer nivel, haciendo valer su condición de elementos foráneos.
No fue un buen partido para la dupla central Wilker Ángel y el uruguayo Willams Martínez, y en la misma onda Carlos Cermeño, Edgar Pérez Greco y Sergio Herrera, apenas destellos, pero sin que lucieran tal como lo hicieron en el juego de ida en San Cristóbal, cuando el aurinegro ganó 2-0.
Esta vez el partido fue a otro precio, un combinado mexicano que saltó al campo con una plantilla totalmente distinta a la que se presentó en Pueblo Nuevo, todo el colectivo titular, además de jugar ante su afición, aunado a un escenario que los jugadores anfitriones lo conocen como la palma de su mano.
La derrota estaba prevista dentro de los cálculos de jugadores y cuerpo técnico, sabiendo lo complicado que es jugar en territorio mexicano, de repente no por un marcador tan abultado, pero al fin de cuentas era algo así como una “crónica de un revés anunciado”.
Pese a la caída, el Deportivo Táchira se mantiene con vida dentro del Grupo 7 de Copa Libertadores de América, con 6 puntos, detrás de los Pumas del UNAM que suman 9, mientras que Olimpia y Emelec están igualados en el tercer puesto con 4 unidades cada uno.
Al aurinegro le basta con dar cuenta del Emelec ecuatoriano cuando visite a San Cristóbal, para sumar 9 puntos, y esperar que el Olimpia no sume en su visita a los Pumas, dando por descontado que se pierda el partido ante los “Guaraníes” en su visita a Asunción.
El gran secreto para pasar a la siguiente fase copera no es otro que ganar los partidos de local, ni siquiera ceder un empate, porque después tiene que ir a arañar puntos de visitante, tarea que no es cómoda para ningún equipo en cualquier parte del mundo.
Homero Duarte Corona
Táchira sucumbió ante el poder de Pumas
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