Los Ángeles se ha comprometido a organizar los Juegos Olímpicos de 2028 con un plan de instalaciones que diseñó para 2024, aunque carece todavía de presupuesto, pues debe adaptar a la nueva fecha las cuentas que hizo en su candidatura original, que ascendían a 5.300 millones de dólares.
Este ‘ligero’ inconveniente no supuso mayor problema para que el COI atase a la ciudad estadounidense como sede olímpica a once años vista, en una doble jugada que concedía al tiempo a París la sede de 2024.
La Oficina Administrativa de la Ciudad de Los Ángeles y la de su analista legislativo emitieron un comunicado, tras conocerse el pacto para 2028, en el que advertían de los riesgos de esta operación a largo plazo en términos políticos y económicos.
“Los cuatro años adicionales añaden incertidumbre respecto a las condiciones económicas y políticas del futuro. Aunque esta incertidumbre también existe respecto a los Juegos de 2024 que se organizarán dentro de siete años, la extensión de cuatro años aumenta esa inseguridad”, dijo la nota de forma explícita.
El examen con lupa que la comisión de evaluación del COI hace habitualmente del presupuesto de las candidatas será pasado por alto en esta ocasión, en aras de un beneficio mayor: garantizar una sede olímpica para 2028, en tiempos de escasez de aspirantes.
La ciudad californiana juega, al menos, con la ventaja de tener un mapa de instalaciones de primer nivel que, en la mayoría de los casos, solo tendrá que retocar ligeramente para acoger las competiciones olímpicas. Habría tenido que hacerlo en 2024 y lo hará de igual modo, solo que más tarde, en 2028.
Los Ángeles es una viva muestra de lo que el COI busca en los Juegos del futuro y que plasmó en su Agenda 2020: que la ciudad organizadora adapte los Juegos a lo que ya tiene, sin necesidad de nuevas infraestructuras.
Gracias a este principio, los Juegos de Los Ángeles 2028 se repartirán por un área geográfica inmensa, lejos de la concentración que el COI premiaba hace años y que obligaba a las candidatas a levantar un completo anillo olímpico de la nada.
Si se siguen al pie de la letra los planes de 2024, en el “nuevo y revitalizado” centro de la ciudad se localizarán en 2028 ocho sedes de competición, además de las ceremonias de apertura y clausura.
Baloncesto (Staples Center), halterofilia (Teatro Microsoft), boxeo, esgrima, balonmano, judo, tenis de mesa y lucha (Centro de Convenciones), bádminton y taekwondo (Gale Center), atletismo (LA Memorial Coliseum) y natación (LAFC Stadium, nuevo), el ciclismo en ruta, el maratón, la marcha y el tiro con arco tendrán su hogar en esta área.
En la zona del valle, en Sepulveda Basin, se ubicarán el piragüismo en aguas bravas (nueva instalación), la equitación, el pentatlón y el tiro en instalaciones temporales.
El anillo de la costa, que incluirá la Villa Olímpica en el campus de UCLA, será el escenario en esa misma universidad de las competiciones de voleibol, hockey y waterpolo; el vóley playa regresará a su lugar de nacimiento, Santa Mónica, junto al triatlón y la natación en aguas abiertas.
El área de South Bay, a 25 kms del centro, acogerá el rugby, el tenis y el velódromo, así como el ciclismo BMX en una instalación temporal.
Fuera de estas cuatro zonas está previsto llevarse el golf (campo Wilson), la gimnasia (Forum de Inglewood), el fútbol (Estadio Rose Bowl), la vela (LA Waterfront), el remo y el piragüismo (Lago Casitas) y la bicicleta de montaña (Montañas de Santa Mónica). La fase previa de fútbol se repartirá por otras ciudades estadounidenses.
Habrá que esperar once años para saber qué parte de este plan se traslada a la realidad. Tokio, que obtuvo la sede de los Juegos de 2020 en 2013, en 2016 ya había cambiado un tercio de las sedes de competición que presentaba en su proyecto original. Los Ángeles tiene tiempo de pensar dos y tres veces su propuesta. (EFE)