jueves 28 marzo, 2024
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Real Madrid se impuso 3-1 a la Real Sociedad en Anoeta

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Mayoral abrió el marcador para el Real Madrid. (Foto/La Nación)

(Redacción Deportes) Salió el sol por donde menos esperaba el Madrid: Mayoral y Bale. Dos en claro riesgo de exclusión que le pusieron firma a un partido que el Madrid ganó en otro territorio, el de Asensio, Isco y Modric, que convirtieron a la Real en un equipo desvalido y sometido. Un partido de centrocampistas y también de entrenador, Zidane, cuya autoridad (y cuyos títulos) le hacen valiente. Rota con frío y con calor, en duras y maduras, sin atender a más opinión que la suya.
Mejor un delantero, aun inactivo, aun novato, aun por calar, que ninguno, debió pensar Zidane. Y extremando su adicción a darle carrete a toda la plantilla, puso a Mayoral en Anoeta, que de mayor quiere ser Atocha: por eso puso una grada supletoria desde la que se podían dar palmadas en la espalda al portero. Hasta que el entusiasmo por el gol de Rodrigues hizo caer una valla sobre un operador de cámara. Un accidente claramente evitable.
Con Morata y Mariano, Zidane se reservaba un goleador de guardia y otro de emergencia. Ahora sólo está Mayoral, un anotador sin aditivos, casi compulsivo. Su trabajo consistió en desmarcarse y desmarcarse hasta que alguien se acuerde de él, o hasta que en el área la pelota sea un objeto perdido, como el caso en que nos ocupa, mientras Ramos buscaba otra chilena, Llorente le sujetaba para evitarlo y el resto del mundo miraba al árbitro, él metió su tibia como un rayo.
Un gol de espabilado y otro de fortuna, poco después, tras salir disparado, trastabillarse en el último control, tumbar a Elustondo con un recorte y encontrar el pie suicida de Rodrigues, que pasó la noche entre el cielo y el infierno, porque él había marcado el empate, ayudado por Keylor, y estrellado en el larguero otro remate en la misma jugada que acabaría en el 1-2.
Posteriormente Asensio le metió un pelotazo preciso sobre el que Gareth Bale se lanzó como un guepardo, aguantó mejor que Rodrigues la caída de la velocidad y metió su izquierda con suavidad para superar a Rulli. Su sexto gol en Anoeta, donde le gustaría que jugase siempre el Madrid. Una acción espectacular en un partido que le había ignorado.

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