Mike Brown pudo haber jugado su último partido para Harlequins después de haber sido expulsado durante la victoria en la Premiership inglesa 48-46 sobre Wasps el domingo. El rugbier de 35 años es el full-back con más partidos internacionales de Inglaterra, pero su vasta experiencia no lo frenó a los cuatro minutos de la segunda mitad, cuando se paró sobre la cabeza de Tommy Taylor.
Wayne Barnes, un árbitro con mucha experiencia, revisó el incidente en la pantalla grande antes de ordenar a Brown que saliera del campo en Twickenham Stoop por su desleal acción durante un ruck. “Es simplemente imprudente, es muy imprudente. Fue hacia atrás y se paró en la cabeza de alguien. Él es consciente de que el jugador está a su alrededor. Juego sucio muy imprudente”, explicó el referee.
Una acción de este estilo está penada con una una suspensión mínima de seis semanas y eso puede significar que la carrera del británico con Quins ha llegado a un final abrupto dado que se unirá al Newcastle la próxima temporada. Solo quedan cuatro rondas de partidos en la temporada regular de la Premiership.
Para que Brown, que ha estado en el club londinense durante 16 años, vuelva a jugar con Quins, debe esperar que sus compañeros logren clasificarse para los Playoffs o que los funcionarios decidan que hay motivos para reducir su suspensión. Algo que a esta altura no parece posible. Los arlequines ocupan actualmente el cuarto y último puesto de Playoff.
A pesar de su expulsión, Harlequins ganó un partido notable con 12 tries, el último logrado casi sobre la chicharra.
Tras el final del encuentro, el entrenador asistente de los Harlequins, Adam Jones, sugirió que Brown podría volver a vestir la camiseta del equipo: “En esas situaciones en las que estás retenido, las jugadas pueden verse mucho peor de lo que son”, argumentó. “Sucedieron muchas cosas. Esperemos hasta la semana que viene para ver qué pasa. (Brown) Está destrozado. Estoy seguro de que el club hará todo lo posible para defenderlo tanto como podamos”.
Los dirigentes harán lo posible para bajar la pena y argumentarán que no hubo intenciones del fullback de pisarle la cara al rival, apoyándose en las imágenes que muestran cómo el jugador pidió disculpas de inmediato a su oponente, que se tomaba el rostro por el dolor.