En casi todo el mundo, cuando termina el contrato de un futbolista profesional, éste puede elegir con quién emplearse de nuevo. Pero no sucede así en México.
En este país la vida en las canchas de los jugadores se rige por el llamado “Pacto de Caballeros”.
Un acuerdo no escrito entre directivos y dueños de equipos que impide a los futbolistas contratarse libremente con clubes mexicanos y extranjeros.
El Pacto contraviene las reglas de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), que desde 1995 garantiza la libertad de empleo a los profesionales del soccer.
A pesar de eso el convenio irregular se aplica en México, donde los futbolistas que quieran cambiar de equipo deben entregar una compensación al club donde laboraban.
Si no lo hacen quedan fuera de la liga profesional. Y si consiguen empleo en un circuito extranjero difícilmente pueden recontratarse en el país.
Cuando quieren regresar deben contactar al último equipo mexicano que les empleó para que avale su reincorporación a la liga… siempre y cuando pague una cuota de retorno.
Este acuerdo informal es el problema más serio del fútbol mexicano, le dice a BBC Mundo Álvaro Ortiz, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Futbolistas (AMF).
“En cada liga profesional del mundo siempre hay algo negativo, pero en nuestro en nuestro fútbol el problema de fondo es el ‘Pacto de Caballeros'”, señala.
La AMF nació en octubre de 2017. No es un sindicato sino una organización civil que pretende representar los intereses de los futbolistas profesionales del país.
Y uno de sus objetivos centrales es “erradicar” este convenio irregular, explica Ortiz. “Es la mancha que tiene el fútbol mexicano, es una realidad”.
“Derecho de formación”
¿Cómo funciona el “Pacto de Caballeros”? Generalmente se aplica cuando el contrato de los jugadores está por terminar o se ha vencido.
Los dueños de los equipos deciden si quieren renovar el convenio con los futbolistas, y en teoría ellos pueden aceptar o no las condiciones de su nuevo acuerdo.
Muchas veces hay acuerdo. Pero hay casos donde los jugadores quieren cambiar de club o solicitan un mejor contrato.
Oficialmente no debería haber problemas, pues desde 1995 la FIFA estableció la libertad de contratación para los jugadores que concluyan sus acuerdos.
Así lo menciona el artículo 18 del Reglamento sobre el estatuto y transferencia de los jugadores de la Federación:
“Un jugador profesional tendrá la libertad de firmar un contrato con otro club, si su contrato con el club actual ha vencido o vencerá dentro de un plazo de seis meses”, señala el documento de FIFA.
“Cualquier violación de esta disposición estará sujeta a las sanciones pertinentes”.
La Federación Mexicana de Fútbol fue notificada del acuerdo, conocido como Ley Bosman, desde 2002. Pero tal disposición no se aplica en México, advierte el presidente de la Asociación de Futbolistas.
Cuando algún jugador pretende hacer valer su derecho a contratarse con otro club o no acepta las condiciones de su nuevo convenio laboral, los dueños de los equipos les exigen una compensación económica a cambio de su libertad.
Algunos le llaman “derecho de formación”, una manera de definir el dinero que invierten los clubes en el entrenamiento de jugadores profesionales.
Pero en realidad, dicen especialistas como Héctor Huerta, comentarista de la cadena deportiva estadounidense ESPN, el nombre correcto de esta costumbre es “Pacto de Caballeros”.
El caso Oswaldo Alanís
La forma de operar el acuerdo es siempre verbal, como su origen no escrito.
“Los dueños de los equipos dicen: yo te puedo dejar ir a donde quieras pero nadie te va a ofrecer trabajo”, explica Huerta a BBC Mundo.
“Se ponen de acuerdo entre ellos y entonces nadie contrata a ese futbolista. Los jugadores nunca, nunca quedan libres”, añade.
En este escenario, si algún club se interesa por el futbolista entonces negocia con quien tiene el contrato original el pago de una indemnización.
“Desde una manera de modelo de negocios los clubes creen que cuidan la inversión que han hecho a un jugador”, explica Álvaro Ortiz.
“Pero en realidad es ilegal. Es una práctica no escrita, va en contra del derecho laboral en México, de los derechos humanos y los estatutos de la FIFA”.
El caso más reciente ocurrió con Oswaldo Alanís, jugador en el equipo Chivas quien se negó a aceptar las condiciones en la renovación de su contrato.
Los directivos del club lo excluyeron del equipo de primera división, donde participaba, y le ordenaron entrenar en la sucursal de segunda liga.
Alanís, de acuerdo con especialistas, es uno de los mejores defensivos que Chivas había tenido en varios años.
Miedo
En el fondo, el “Pacto de Caballeros” se mantiene porque en México, como en la mayoría de los países miembros de FIFA, el soccer es un negocio.
Por ejemplo, cada participación de la selección mexicana en los mundiales de fútbol genera un mercado de unos US$1.000 millones entre publicidad y venta de productos vinculados con el equipo.
El dinero es parte de la sobrevivencia del “Pacto de Caballeros”. Otra es que los jugadores aceptan las reglas de los dueños de los equipos, reconoce el presidente de la AMF.
“No todo es malo, podemos decir que hay víctimas, pero cuando aceptas y firmas te vuelves cómplice”, señala.
Sin embargo, también hay una buena dosis de miedo, sobre todo por las condiciones laborales de la mayoría de los jugadores.
A diferencia de los considerados como estrellas, quienes pueden negociar contratos por varios años e imponer algunas condiciones, el resto está obligado a aceptar las condiciones de los clubes. Y eso incluye una especie de voto de silencio, implícito en el “Pacto de Caballeros”. Por eso hay pocas críticas en los medios a las condiciones laborales de los jugadores.
“Terminan acatando las disposiciones de los dueños, aunque sean anti reglamentarias”, sentencia Héctor Huerta. Porque la sanción a quienes violan el acuerdo no escrito es quedar fuera de la liga profesional de fútbol. Pocos son quienes toman esa apuesta.
(Vía BBC)