El argentino Juan Martín Del Potro perdió la final del torneo de tenis de Río 2016 con el escocés Andy Murray, que lo venció por 7-5, 4-6, 6-2 y 7-5, y debió conformarse con la medalla de plata, aunque su rendimiento a lo largo de toda la semana lo hizo ganador con creces del afecto del público.
Las cuatro horas y dos minutos de juego vividas en el Centro Olímpico de Tenis de Barra de Tijuca fueron el corolario de una final que tuvo un justo ganador como Murray y que devolvió la imagen del tandilense de sus mejores épocas.
Porque suplió con un corazón enorme sus falencias físicas y su falta de ritmo de competencia, primero para dejar fuera del certamen al uno del mundo, Novak Djokovic, después para ganarle un partidazo al español Rafael Nadal y finalmente para llevar al límite al escocés, quien se transformó en el primer jugador en ganar dos veces el individual de un Juego Olímpico y encima consecutivamente.
El argentino se las vio hoy con un Murray que llegó descansado a la final y que apenas pasó un sofocón en tercera ronda con el italiano Fabio Fognini.
Del Potro basa su juego en un buen servicio y en una tremenda derecha, de las mejores del circuito junto con la de Stan Wawrinka, pero no pudo imponerlo en el set inicial porque Murray leyó muy bien su saque, neutralizando la primera de sus armas.
El escocés pertenece a una generación de jugadores que defensivos-ofensivos que encabeza Novak Djokovic, punto intermedio de la contracara que simbolizaron Roger Federer y Rafael Nadal. Se adaptan al estilo del rival.
Por eso le jugó preferentemente al revés para forzar el error y trató de moverlo hacia los costados y hacia la red, conocedor de los problemas de traslación del argentino.
El primer set no tuvo un dominador claro, ya que ambos cometieron muchos errores no forzados (19 Del Potro y 17 Murray) y hubo cinco quiebres de saque en 12 games.
Se lo llevó el escocés en una hora y 14 minutos porque cerró mejor un parcial que lo tuvo arriba 3-1 y 4-2, y que el tandilense equilibró con su derecha y con el saque de a ratos. Pero su porcentaje de segundos servicios fue muy bajo.
En el segundo set se vio un Del Potro más suelto. Quebró rápido, jugo más sólido, con menos errores no forzados, y aprovechó esas “lagunas” a las que acostumbra Murray para ponerse arriba 2-0.
Y manteniendo el servicio se llevó el parcial por 6-4 con un derechazo que hizo “estallar” en gritos a los argentinos. Set iguales tras dos horas y 14 minutos de juego.
El tercer set tuvo una bisagra que fue el sexto game. Dos dobles faltas del argentino y un par de malas decisiones le sirvieron el parcial en bandeja a Murray, que quebró dos veces al tandilense para ganarlo 6-2 en apenas 36 minutos.
Del Potro quebró otra vez rápido en el siguiente parcial y encendió la ilusión. Pero su buen compañero ruta, el servicio, lo abandonó, se sucedieron los quiebres, Murray primero igualó y luego se puso 3-2 arriba.
Momento en que el argentino pidió trainer, desnudando que el cansancio ya era otro adversario.
Paradójicamente, el tandilense sacó fuerzas de donde no las tenía, tomó la delantera, llegó a servir para set, pero el escocés erró poco y además se vio favorecido por un mal fallo de un juez de línea que lo salvó de un quiebre cantado, obligando a repetir un punto que finalmente ganó.
Murray mantuvo su servicio, Del Potro no pudo hacer lo mismo con el suyo y llegó el final. Medalla dorada para el escocés y la plateada y el reconocimiento para la “Torre de Tandil”, que hizo suya una vieja frase de la revista El Gráfico de hace 60 años: Vencedor aún vencido.
Murray vence a Del Potro y se queda con el oro
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