No es un secreto, la falta de confianza representa uno de los principales obstáculos para cualquier deportista, incluso para aquellos que tienen un dominio perfecto de la técnica y siguen cada paso de la estrategia táctica.
En este sentido, los entrenadores y especialistas de la Academia del Alto Rendimiento coinciden en que el éxito está sujeto a la disponibilidad de una mentalidad de campeón, después de todo, la falta de motivación es uno de los principales elementos que conducen al fracaso.
¿Qué es la mentalidad de campeón?
También conocida como mentalidad ganadora, básicamente hablamos de la habilidad para gestionar las emociones. Por desgracia, no se trata de una capacidad innata, sino que debe ser construida y fortalecida.
De esta forma, se relaciona directamente con la fortaleza mental, así como con el nivel de facilidad que tenemos al momento de enfrentar las situaciones adversas.
Los deportistas mentalmente fuertes no se dejan abatir por los reveses en los resultados, entienden que los mismos son solo consecuencia de sus decisiones y no determinan su rendimiento general. Gracias a ello, impiden que los fracasos se conviertan en barreras capaces de controlar sus mentes.
La mentalidad de campeón es el elemento clave del éxito
Pensar como campeón implica centrar la atención y los esfuerzos en el diseño de una estrategia orientada hacia el equilibrio mental. Teniendo en cuenta los estudios que demuestran el impacto del pensamiento positivo y la motivación, la mentalidad ganadora es igual de indispensable que el talento y las habilidades.
En conjunto, estos tres elementos sirven de refuerzo al entrenamiento, y demuestran que, en los deportes, las victorias no siempre están asociadas a los trofeos y medallas, sino en el crecimiento personal.
¿Cómo desarrollar una mentalidad ganadora?
Lo primero que debemos entender es que no existe una fórmula exacta para la construcción de una mentalidad ganadora. Esto se debe a que hablamos de un proceso subjetivo, es decir, varía de acuerdo a cada persona. Sin embargo, en la mayoría de los casos, está relacionado con la autoconfianza.
En el ámbito deportivo, la percepción que tenemos de nosotros mismos puede incidir favorablemente sobre el desempeño, pero también allanar el camino hacia el fracaso.
Delimitar lo que somos capaces de hacer
De esta manera, los entrenadores y especialistas aconsejan empezar por la identificación de las fortalezas y debilidades. No basta con tener claras las capacidades y aptitudes, es necesario el conocimiento preciso de los aspectos que debemos mejorar.
Este planteamiento permite analizar profundamente las condiciones individuales, por consecuencia, los objetivos pueden enfocarse en el perfil individual y no en las capacidades de los rivales.
Asimismo, brinda la posibilidad tanto de maximizar el aprovechamiento de las habilidades, como de evitar la formación de barreras a partir del temor que genera la idea de creer superiores a los contrincantes, incluso sin haber competido nunca contra ellos.
Pasos para tener una mente de campeón
En líneas generales, el desarrollo de una mentalidad ganadora se resume en un cambio de actitud, por ello, el proceso requiere completar los siguientes pasos:
Visualizar el tipo de deportista que queremos ser
Una vez que tomamos la decisión de cambiar, el primer paso consiste en la creación de una imagen mental detallada de la persona en la que deseamos convertirnos y trazar el camino hacia ella.
Por ello, conviene delimitar no solo los rasgos que definen la personalidad, sino los hábitos que forman parte de ella, de esta forma, será más sencillo tanto deshacerse de las actitudes negativas, como empezar a desarrollar un tipo de pensamiento capaz de inclinar la balanza hacia el éxito.
Establecer el nuevo “yo”
El siguiente paso en la lista es comenzar a ejecutar los cambios necesarios para avanzar. Esto implica establecer el nuevo “yo” en el subconsciente y alimentarlo hasta conseguir el reemplazo total de la imagen antigua.
Fijar la imagen creada va más allá de la simple visualización, se trata de cambiar la forma pensar, el comportamiento y la respuesta emocional, teniendo en cuenta el tipo de deportista que queremos llegar a ser. En esta etapa del proceso, el objetivo es establecer una personalidad completamente nueva, a través de un ajuste gradual del cerebro.
Entender cuál es el verdadero objetivo
Contrario a lo que muchos asumen, la mentalidad ganadora no está conectada con la idea de superar los récords establecidos por los mejores deportistas, sino de una filosofía donde somos conscientes de nuestras capacidades y sabemos hasta dónde podemos llegar de acuerdo a ellas.
En otras palabras, se trata de la convicción de que podemos alcanzar el éxito, siempre y cuando tengamos en mente metas realistas. En este punto, vale la pena poner en práctica una estrategia de aprendizaje.
Los entrenadores coinciden en recomendar la elaboración de una lista de afirmaciones y convertirlas en mantras, mediante la técnica de repetición. Dedicar 5 minutos de proyección mental antes de dormir, será suficiente para establecer la idea en el subconsciente.
Establecer metas a corto plazo y celebrar cada avance
Al igual que los terapeutas en psicología, los entrenadores enfatizan la conveniencia de dividir el objetivo principal en retos pequeños.
De acuerdo a este método, lo ideal es separar los desafíos en diferentes metas, para así disfrutar de dos grandes ventajas. Por un lado, la oportunidad de celebrar los aciertos y, por el otro, mantener el nivel de motivación al máximo.
Emprender el cambio en un ambiente adecuado
Si bien cada individuo es responsable de su crecimiento personal y felicidad, los expertos aconsejan alejarse de personas que puedan comprometer el cambio. En ocasiones, intentamos adecuarnos al entorno, incluso cuando somos conscientes de que son relaciones tóxicas o perjudiciales para nuestra intención de alcanzar el éxito.
En definitiva, la mentalidad ganadora supone un componente clave en la consecución de los objetivos deportivos. La forma en la que nos autopercibimos impacta, de manera directa, tanto en los pensamientos como en las acciones, esto implica una relación clara con los posibles resultados.
Si bien todo comienza con la visualización del triunfo, es necesario mucho más que una proyección mental del triunfo. La motivación debe estar acompañada de esfuerzo, dedicación y, sobre todo, la capacidad de diferenciar lo que en realidad puede simplificar el camino hacia la meta.