martes 19 marzo, 2024
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La Vinotinto devolvió la sonrisa al más común del venezolano

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Alejandro “El Lobo” Guerra, ratificó su clase; Adalberto Peñaranda, la gran revelación, y Wilker Ángel se ganó el puesto en la selección. (Foto/AFP)
Alejandro “El Lobo” Guerra, ratificó su clase; Adalberto Peñaranda, la gran revelación, y Wilker Ángel se ganó el puesto en la selección. (Foto/AFP)

El desaparecido José Omar “El Pato” Pastoriza, en los estertores del siglo XX, inició el despertar del fútbol venezolano a nivel de selecciones de mayores, labor que no pudo continuar el estratega argentino por su ida al más allá; la idea, el objetivo fue pulido, le dio forma el médico-entrenador Richard Páez Monzón desde el 2001 hasta el 2007, y lo terminó de matizar César Farías, entre 2008 y 2013, para darle seriedad y respeto en el contexto continental.

Hubo logros importantes en los casi tres lustros de trabajo de la dupla Páez-Farías, pero sin que ninguno pudiera clasificar a Venezuela a una Copa Mundo de Fútbol; la orfandad se mantiene luego de 85 años de historia del magno evento universal.

Muy efímero el paso de Noel Sanvicente, salió por la puerta de atrás, pobreza total en resultados; primero en los partidos amistosos y peor aún en la eliminatoria de cara al Mundial de Fútbol, Rusia 2018, apenas un punto, de 18 posibles, para enviar a la Vinotinto al último lugar en la tabla de posiciones, con apenas una posibilidad clasificatoria: las matemáticas.

Rafael Dudamel, devolvió

la sonrisa al país futbolero

Poca o ninguna credibilidad en el bisoño entrenador yaracuyano, un corto recorrido y por ende palmarés en la función de entrenador; sin embargo, desde el primer compromiso amistoso sentado en el banquillo nacional mostró los “dientes”, dio una campanada de alerta, que no se requiere saber todos los secretos como estratega, sino que también hay otros elementos que juegan papel preponderante.

El “secreto” estaba en el vestuario, la camaradería y hermandad con los jugadores, hablar el mismo idioma con sus dirigidos se puso de manifiesto desde el primer instante, para quedar plasmado en la cancha y en los resultados, pues pese a no ganar ningún juego de los cuatro programados, la fisonomía de los jugadores sufrió una metamorfosis, volvió a aparecer la sonrisa, la misma que estuvo desaparecida en la fugaz era de Sanvicente.

Osadía, irreverencia o como se le quiera llamar, pero a estos elementos recurrió Rafael Dudamel desde el primer encuentro de Venezuela en la Copa América Centenario frente a Jamaica, corroborada al término de los 90 minutos con una victoria.

Uruguay, el más ganador del certamen continental de mayor longevidad del mundo, 15 títulos en su haber, se convertía en el verdadero examen para la mezcla de juventud y experiencia que amalgamó el técnico nacional, una verdadera papa caliente para el entrenador, nacido en la tierra de María Lionza, pero formado futbolísticamente en suelo emeritense.

Venezuela dio cuenta de Uruguay, lo sacó de la competencia, para convertirse en la primera selección clasificada a los cuartos de final del evento copero; México, con un invicto de ocho partidos bajo la batuta Juan Carlos Osorio, líder del Grupo C, era el último rival del combinado patrio, una lucha por terminar de primero y evitar el enfrentamiento ante Argentina.

En las postrimerías del partido pudo empatar la orgullosa selección mexicana, división de honores con sabor a triunfo para Dudamel y sus dirigidos, pero por encima de todo, ratificar de una vez por todas qu e Venezuela regresó al sitial donde la dejó Páez en 2001 y mantenido Farías hasta el 2008, cuando dio un paso al costado.

No igualó Dudamel lo hecho por su colega Farías en el 2011, no obstante la sonrisa en el más común de los aficionados o no al fútbol en el país  volvió a hacer su aparición, la gran esperanza de que hay material humano para el futuro inmediato, se clasifique o no a la Copa Mundial Rusia 2018, está de regreso.

(Homero Duarte Corona)

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