“La mejor actuación en toda la historia de nuestro deporte olímpico”, así calificó Mervin Maldonado, ministro del Deporte venezolano, la participación de los nacionales en los recién finalizados Juegos de Río.
Las tres medallas logradas en la fiesta carioca llevan a Venezuela al mismo techo que alcanzó en Los Ángeles-1984, con la diferencia que aquella vez todos los metales fueron de bronce y en esta ocasión hubo una medalla de plata, además de nueve diplomas.
“Nos sentimos muy contentos, muy satisfechos con su actuación. Vamos con los mejores resultados de la historia”, reiteró Maldonado.
Previo al inicio de los Juegos de Río, el Comité Olímpico Venezolano había trazado como expectativa la conquista de cinco medallas y 11 diplomas. El vaticinio se cumplió en un 60 por ciento, si se toma en cuenta la cantidad, y en cuanto a la calidad exhibida por los criollos, habrá que esperar por los informes técnicos de los expertos a fin de determinar responsabilidades.
Del escrutinio serán seguramente eximidos los medallistas, que están entre los más jóvenes de la delegación y destacaron por su potencial, que augura un mejor rendimiento para Tokio-2020.
No se puede esperar menos de Yulimar Rojas y Yoel Finol, quienes en sus primeras olimpiadas descollaron con sendas conquistas de plata y bronce, que además se tradujeron en hazaña, por el tiempo que había pasado desde la última vez.
Rojas, por ejemplo, se alzó con la medalla de plata en la disciplina de salto triple, la segunda para el atletismo luego de 64 años, cuando Arnoldo Devonish ganó el bronce en Helsinki-1952, casualmente en la misma modalidad.
Por su parte, Finol, el más joven de la selección de boxeo, fue quien terminó ganando la única medalla de la disciplina (52 kg), para romper de este modo la sequía de 32 años, luego de que en Los Ángeles-1984 Omar Catarí y Marcelino Bolívar ganaran par de bronces.
En el caso de Stefany Hernández, su gesta en Río fue significativa por cuanto su medalla de bronce es la primera para el bicicross, una de las disciplinas olímpicas más nuevas, pues apenas se estrenó como tal en Beijing-2008.
Con 20, 19 y 25 años, respectivamente, estos tres atletas venezolanos constituyen desde ya la principal esperanza para Tokio-2020, cuando podrían mejorar sustancialmente sus marcas, siempre y cuando su entrenamiento en adelante esté respaldado por un buen programa y, sobre todo, buena salud.
A ellos deberían sumarse los atletas de natación, específicamente Carlos Claverie y Christian Quintero, a quienes por su juventud les alcanza para soñar con la gloria, al menos un ciclo más. Ellos deben tomar el testigo, luego del ocaso de Albert Subirats y Andreína Pinto, que en Río parecen haber consumido sus últimos cartuchos olímpicos.
La esgrima, que llegó a Río con la misión de defender el título olímpico de Limardo en 2012, apenas consiguió diploma en la modalidad por equipos de espada. Para Tokio-2020 habrá nuevas caras en este deporte, que se despidió de Silvio Fernández, uno de sus grandes referentes, aunque nunca llegara al Olimpo.
Betzabeth Argüello fue una de las gratas sorpresas en la lucha femenina, estuvo cerca del bronce, pero al final se ubicó cuarta y capturó diploma. El suyo fue el primero para la disciplina; luego la emuló Pedro Ceballos.
Gabriel Maestre, en boxeo, tuvo el santo de espaldas y el árbitro en contra, pero aun así se quedó con diploma en los 69 kg. Con 29 años, Tokio le espera para la consagración y la despedida.
En Río, Venezuela consigue el mismo número de medallas que en Los Ángeles-1984, justamente en contextos sociales muy parecidos. Las conquistas de Rojas, Finol y Hernández, en cierto modo, llegan para paliar los ánimos en medio de la crisis económica más severa de los últimos tiempos, lo mismo que hicieron en su momento (Rafael) Vidal, Catarí y Bolívar, cuando el país atravesaba las consecuencias del “viernes negro” del 83. (MJS)