sábado 21 diciembre, 2024
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El valor social tras una medalla olímpica

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Garantizar el desarrollo deportivo de un país va más allá de la conquista de una medalla olímpica. (Foto/La Nación)
Garantizar el desarrollo deportivo de un país va más allá de la conquista de una medalla olímpica. (Foto/La Nación)

Mucho se ha hablado del costo de una medalla olímpica, de las vastas sumas de dinero invertidas por Venezuela y otros países para lograr figuración en las Olimpiadas, pero poco se dice del valor social que se esconde tras el preciado metal, que si bien es fruto del esfuerzo individual, tiene el poder de influenciar positivamente a toda una sociedad.
“La incidencia de un medallista en una sociedad es que termina convirtiéndose en ejemplo, los niños van a querer ser como él, van a querer imitarlo y el Estado debe proporcionar los recursos para ello”, dice Luis Apolinar, profesor de Educación física y preparador deportivo. “El Estado invierte porque redundará en una sociedad sana, que retribuirá la inversión con alta producción”, afirma.
“La idea es asumir el deporte como cultura, el deporte debe ser parte de la vida y la cultura de una sociedad”, asegura Apolinar, al tiempo que apunta que la alta competencia es “consecuencia de un programa de masificación, inserto en el programa educativo”.
En este sentido, se pregunta Apolinar por el programa de desarrollo deportivo venezolano, dónde está y qué persigue: “Cuando uno va al Ministerio del Deporte, observa que se ha convertido en un apéndice de un partido político, lejos del centro de monitoreo que debería ser”.
“No se ha construido nada”
Sobre las tres medallas conseguidas en Río, la plata de Yulimar Rojas y los bronces de Stefany Hernández y Yoel Finol, señala que fueron resultado que “el Estado como tal no buscó (…) cuando se gana es porque se construyó algo, aquí no se ha construido nada”, afirma de manera lapidaria Luis Apolinar.
El preparador deportivo no pretende desestimar las conquistas de los atletas, todo lo contrario, las reivindica, porque sabe que necesitaron un esfuerzo extraordinario para lograrlo, pero llama la atención sobre el futuro, pues parece que no existiera un plan para sostener y/o mejorar los resultados.
En Beijing 2008 Venezuela ganó un bronce en taekwondo, en Londres 2012 un oro en esgrima y en Río una medalla de plata en atletismo y dos bronces en boxeo y bicicross, cosecha que se dice la mejor en la historia olímpica del país. ¿Puede ser mejor que un oro?
En todo caso, la irregularidad en los resultados olímpicos habla de la falta de planificación, que se agrava si al observar el rendimiento en las competencias intermedias, como Bolivarianos, Sudamericanos, Centroamericanos y Panamericanos, también se ha bajado la calidad y se ha cedido terreno frente a adversarios otrora por debajo, como Colombia, por ejemplo, que destronó a Venezuela en 2013 de un reinado de 13 ediciones consecutivas o, lo que es lo mismo, 52 años, desde 1961.
“Hemos venido en franco retroceso”, afirma Apolinar y atribuye la situación justamente a las carencias deportivas del país.
“Si el Estado tiene algún programa, ¿dónde está? ¿Cuenta con el personal capacitado? Estoy casi seguro de que no. Nuestras universidades, que son la fuente de la materia prima, tienen niveles muy pobres, no están siendo filtro para obtener alta calidad, y eso es un problema que afecta la masificación y el alto rendimiento”, sostiene el docente de Educación física.
Actualmente, no sólo es la falta del personal capacitado para formar y sostener el alto rendimiento lo que afecta al desarrollo deportivo del país, sino el deterioro progresivo de las instalaciones, que atentan contra el talento existente.
El caso más emblemático lo reveló el nadador Cristian Quintero en Río, donde denuncio que varias piscinas en Venezuela no cuentan con gas cloro, afectando su operatividad y por lo tanto el régimen de entrenamiento de los atletas que se forman en ellas, un gesto de solidaridad con los cientos de deportistas que no han tenido la fortuna –como él- de ganar una beca y prepararse fuera del país.
Políticas firmes
Por eso, “el Estado debe tener políticas deportivas firmes, que se cambien o mejoren conforme a la dinámica que el tiempo va dictando”, recomienda Apolinar, quien además ve obligante la necesidad del “control y la supervisión de la inversión; en un país con una estructura deportiva desarrollada, si un dólar se destina al deporte, el dólar completo llega, en Venezuela tú destinas un bolívar y al final, con suerte, llegan centavos, lo demás se queda en el camino”.
“Aquí hay que dar un golpe al timón, pues cuando se le roba a un niño, a un adolescente, la oportunidad de ser deportista, se está cometiendo un acto criminal. No se puede jugar con la ilusión de un niño de ser como (Miguel) Cabrera, como (Rubén) Limardo, (José) Peña; cuando comienzan y se consiguen con esto, se esfuma la posibilidad de ser un atleta de alto rendimiento, de ser protagonistas y líderes exitosos en el campo deportivo”, aseveró Apolinar. (MJS)

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