La clasificación de Atlético Tucumán a la próxima fase de repesca de la Copa Libertadores será otro capítulo difícil de olvidar en la historia del certamen continental. El equipo argentino protagonizó una verdadera odisea para llegar al estadio Olímpico Atahualpa de la ciudad de Quito, donde superó por 1 a 0 a El Nacional de Ecuador.
Vuelos perdidos por confusiones administrativas, un autobús volando a 150 kilómetros por hora por la carretera con el embajador argentino a bordo y una victoria agónica, que fue posible gracias al gran gesto del dueño de casa para esperar una hora (el reglamento tolera 45 minutos de mora) y jugar el partido que terminaron perdiendo, fue el resumen de una noche de locura.
Por la demora, la utilería del equipo tucumano no llegó a vestir a sus jugadores, quienes tuvieron que usar la ropa de la selección argentina Sub 20, de visita en la ciudad para jugar este miércoles ante Brasil -en el mismo estadio- por el Sudamericano de esa categoría.
El camino de Atlético Tucumán en la Copa Libertadores 2017 parece estar plagado de espinas. El equipo que concentra la mitad de la pasión de la provincia del norte argentino (a 1.200 kilómetros de Buenos Aires) tuvo que armarse de paciencia para conocer si una decisión administrativa de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) le permitía jugar el torneo continental por primera vez en sus 115 años de historia. Enfrente estaba Independiente, en contraste, el equipo que más veces la ganó. Una interpretación del reglamento puso al Decano en un torneo del cual nunca olvidará su debut.
En la ida, un gol agónico de la visita dejó un sabor amargo al equipo argentino que empató 2 a 2 y, con toda su inexperiencia a cuestas, se vio obligado a remontar un resultado muy adverso en los 3.000 metros de altura de Quito.
El viaje comenzó bien. El plantel dirigido por Pablo Lavallén se alojó en Guayaquil un día antes de jugar el partido, con el fin de no someterse a los efectos de la altura, a la que siempre esquivan los equipos argentinos. El problema comenzó después: el chárter de origen chileno que debía unir Guayaquil con Quito no estaba autorizado a realizar vuelos locales y se produjo una demora de tres horas.
El presidente de la institución Mario Leito, decidió bajar a todo el equipo del avión y en plena pista de aterrizaje decidió abordar otro vuelo de la firma Latam.
“Compramos 30 pasajes para que viajen titulares, suplentes y cuerpo técnico y luego yo compré otros seis pasajes para que viaje la utilería pero no me la dejaron subir. Embarcamos la indumentaria en el próximo vuelo, que salía a los 20 minutos, pero este también se demoró”, explicó Leito a la prensa, horas después de consumada la victoria.
La dirigencia, entonces, recordó que la selección argentina Sub 20 estaba en Quito en plena disputa del campeonato sudamericano de selecciones. Un llamado vistió a la cenicienta con el traje más soñado, el de la selección nacional.
Entonces, la 10 de Messi la vistió Leandro González, la 5 de Mascherano la vistió Nery Leyes y la 9 de Higuaín se la calzó Fernando Zampedri, un nómade delantero del ascenso argentino que lleva 85 goles en 217 partidos pero que nunca olvidará el último, el de esta noche, el que metió al Decano de cara al próximo desafío: vencer a Junior de Barranquilla para acceder a la zona de grupos del torneo, donde aguardan Peñarol de Uruguay, Palmeiras de Brasil y Jorge Wilstermann de Bolivia. El único que vistió su atuendo acostumbrado fue el portero Cristian Lucchetti, casualmente, el jugador de mayor prestigio del plantel.
El vuelo de Latam salió a apenas 40 minutos de la hora del inicio del partido. La dirigencia de El Nacional primero se mostró inflexible, aunque luego entendió la situación.
“La comisión disciplinaria había decidido que el partido se juegue y nosotros aceptamos esa decisión. Es una decisión que se tomó desde Paraguay”, manifestó Tito Manjarrez, presidente de la institución ecuatoriana.
Fue fundamental la intervención del embajador argentino en Ecuador, el exSenador de la Nación Luis Juez, para arrimar calma al equipo anfitrión. El vuelo de Latam llegó a Quito 15 minutos más tarde de la hora prevista para el pitido inicial. Fue necesario un operativo policial para liberar la carretera y que el ómnibus complete los 35 kilómetros que separan al aeropuerto del estadio Atahualpa.
Se dice que el enorme vehículo trepó los 150 kilómetros por hora para marcar un tiempo récord, aún con el embajador a bordo. A menos de media hora, Atlético Tucumán (esta noche vestido de Atlético Argentina) llegaba al estadio y saltaba al campo sin hacer ejercicios pre competitivos.
Con el pitido inicial, el equipo argentino se olvidó de la altura, de los traspiés y de su propia camiseta -no así de sus colores- y desplegó un dominio en el terreno que hizo confundir a los presentes. Era El Nacional el equipo que parecía perdido en el campo. El tanto de Zampedri convirtió la aventura en hazaña.
“La esperanza y la ilusión nuestra era ganar en la cancha”, reconoció Manjarrez, “Teníamos toda la ilusión de pasar a la otra fase. Habrá posibilidad de revancha en algún momento, pero salimos bastante golpeados por este resultado”. Leito, por su parte, recomendó a los hinchas de Atlético Nacional “que disfrute, porque estos son momentos únicos”.
Sobre la medianoche, a la hora en que las calabazas recobran su forma original, llegó la explicación de la Dirección General de Aviación Civil, organismo que procedió “a cancelar el vuelo de la compañía aerovías DAP porque incumplía la regulación aeronáutica del país”.
La relación con el reciente accidente sufrido por el Chapecoense de Brasil fue instantánea y muchos entendieron como necesaria semejante odisea. Incluso los propios protagonistas. Los tucumanos que en pleno carnaval, se disfrazaron de Messi y compañía. Y jugaron con muchísima altura.
(Vía El País)
Atlético Tucumán y su insólita forma de clasificar a tercera fase de la Libertadores
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