Los anfitriones montaron la fiesta y a la postre, luego de bajado el telón de la Vuelta al Táchira en Bicicleta, edición 52, ganaron casi todo, apenas se les escapó el título de la Sub-23, conquistado por el neogranadino Iván Ramiro Sosa (Androni Giocattolli), un joven de solo 19 años, quien terminó en la séptima casilla de la clasificación general.
A excepción de 2016, que el costarricense Joseph Chavarría se montó en el pedestal de la carrera por etapas más emblemática de Venezuela y una de las más importantes del continente en su tipo, los ruteros criollos se convirtieron en los amos y señores del Giro Andino, con triunfos aislados de corredores forasteros a partir de 1991, cuando se llevó la ansiada corona el neogranadino Ángel Yesid Camargo.
La época en que los ciclistas invitados del exterior venían a pelear la Vuelta duró precisamente hasta 1991, con una seguidilla, primero de conquistas de los colombianos, desde 1966 hasta 1972, para romper con esta dictadura el ahora desaparecido Santos Rafael Bermúdez.
A partir del triunfo de Bermúdez, hubo el reparto de triunfos de extranjeros y nacionales, hasta 1991, para de ahí adelante los locales ser los amos y señores del giro tachirense, que sin menospreciar a los anfitriones, la manzana de la discordia, el meollo del asunto ha consistido en la poca preparación de los invitados para hacerle frente a una vuelta de tanta exigencia.
Una historia de nunca acabar, todos los años, cuando se está cerca de la celebración de una nueva edición, otra vez surge la polémica, hasta dónde llega la preparación de los invitados, si en verdad tienen el suficiente estado físico, los kilómetros suficientes en las piernas para dar espectáculo en la carretera o simplemente son unos invitados de piedra.
Historia repetida
Culminada la edición 2017, con la presencia de 149 corredores en la partida de la carrera el pasado 13 de enero, frente a la Plaza Bolívar de San Cristóbal, de los cuales 52 vistieron la casaca de equipos extranjeros, y solo uno, el colombiano Iván Ramiro Sosa, terminó entre los 10 primeros, ocupó la séptima casilla.
Los propios neogranadinos, que en el pasado dictaron cátedra en las carreteras del país en cada edición de la Vuelta al Táchira, hace tiempo que dejaron de figurar, muy poco le interesa a los dirigentes de la Federación Colombiana de Ciclismo hacer acto de presencia en el Giro Andino con elementos de calidad.
Un día antes de partir la competencia, Diario La Nación entrevistó a buena parte de los corredores colombianos, en su búnker del hotel Hamburgo, coincidiendo buena parte de ellos que venían en buenas condiciones para dar pelea en la carretera, no para pelear el título individual, pero sí para no dar lástima.
Y en la misma onda de los vecinos colombianos, el resto de equipos no nacionales, exceptuando el Androni Giocattolli, dirigido por Gianni Savio, que de nuevo y tal como ha sido norma de este director deportivo, honró la carrera con su buena presentación; el triunfo de Raffaello Bonusi en la primera etapa y el título de Iván Ramiro Sosa del renglón de la Sub-23, además del séptimo puesto en la clasificación general final.
Los anfitriones ganaron casi todo
Otra vez los locales montaron la fiesta y se comieron solos la torta, el 99 por ciento de los títulos en disputa fueron para corredores del patio, pertenecientes a los equipos tachirenses Lotería y JHS, quienes se enfrascaron en una lucha de principio a fin en busca del trono que estaba en poder del costarricense Joseph Chavarría.
Al observar la clasificación final de la Vuelta, entre los 15 primeros, 10 pertenecen a los equipos tachirenses, de los cuales 4 son loteros: Jonathan Salinas, campeón; Edwin Becerra, sexto; Ronald González, décimo, y John Nava, puesto 14. Los otros 6 son fichas del JHS: Jimmi Briceño, Jhorman Flores y Yonathan Monsalve, segundo, tercero y cuarto, mientras que Jackson Rodríguez hizo el puesto 9, José Mendoza, el 13 y Luis Díaz, 15.
Dos yaracuyanos en el llavero de los 15, Roniel Campos, fue quinto y Anderson Paredes, terminó de 12. Dos trujillanos, Darío Osorio y Andrés Soto se ubicaron en las casillas 8 y 11, y el neogranadino Iván Ramiro Sosa, que hasta la octava etapa, para sorpresa de todo el mundo, era el escolta del líder Jonathan Salinas, en el segundo puesto, concluyó en la posición número 7 al finalizar la Vuelta.
Como colofón, otra vez la gran pregunta, vale la pena invitar tantos corredores extranjeros para que terminen siendo unos invitados de piedra…? Son los propios dirigentes quienes tienen la última palabra, si de una vez por todas buscan la fórmula de traer ruteros bien preparados para poder hacerle frente a los locales, que sí ocurría en el pasado, hasta la década del 90, porque de lo contrario, de nuevo el festín será entre los hombres de la casa.
(Homero Duarte Corona).