En sus comienzos, lo cargaban y se reían de él. Se convirtió en el líder de un Real Madrid que no para de ganar. Con él como estandarte y hasta como goleador.
Sobre una mesa al costado de una playa de Puerto La Cruz, en Venezuela, el periodista Diego Torres, del diario El País, de España, lanzó una frase que quedó en el aire: “De Sergio Ramos se ríen todos, pero algún día van a tener que agradecerle”. La reflexión quedó ahí, en un módico almuerzo entre colegas. En una charla en ocasión de la Copa América de 2007. Pero la historia finalmente le dio la razón.
El futbolista, que nació el 30 de marzo de 1986 en las afueras de Sevilla, nunca fue considerado crack. Pero puertas adentro, en el Bernabéu o en Valdebebas del club más ganador del mundo, era mucho mejor.
En el programa de la televisión catalana Crackovia, que enfocaba el deporte con un tono humorístico, lo mostraban a Ramos como a un tonto. La imitación era graciosa pero no retrataba la realidad de ese futbolista que se convirtió en el líder indiscutido del club más exitoso de todos los tiempos.
A él en lo personal también le sobran los títulos: tiene 25, incluida la Copa del Mundo de 2010, con el seleccionado español (entonces jugando como frecuente lateral derecho), dos Eurocopas y cuatro Champions League, apenas una menos que el inmenso Alfredo Di Stéfano.
Nada de eso de lo que decían. Mientras se le reían, él lideraba vestuarios. Era y es el Cristiano Ronaldo del fondo, en un paralelismo con otro jugador que marcó una época en la Casa Blanca. Pero no sólo porque su palabra se escuchaba. Sino también porque en el campo de juego era el dueño de muchos de los goles decisivos del equipo. Sergio Ramos lo volvió a demostrar en el tramo decisivo -ya también antes- de la reciente Liga que obtuvo el Real Madrid.
Hace unos años, un detalle revelaba otro rasgo fundamental del capitán de la selección española: la gratitud con los “suyos”. Despidió con un mensaje de agradecimiento en sus redes sociales a Vicente del Bosque, que ya no sería el seleccionador español.”Hoy te vas, pero dejas un legado eterno. Por tus éxitos como entrenador y como persona. Gracias Vicente”, escribió Ramos entonces en su cuenta oficial de Twitter. Certero.
Hoy te vas, pero dejas un legado eterno. Por tus éxitos como entrenador y como persona. #GraciasVicente pic.twitter.com/NZmY5g7ca8
— Sergio Ramos (@SergioRamos) July 4, 2016
El día que Cristiano Ronaldo se fue del Real, la magia de la congregación de las victorias la heredó el. A su modo. A su manera. Entendiendo como casi nadie de qué se trata el club. Y hasta se fue convirtiendo también en archienemigo del archienemigo. De Lionel Messi; del Barcelona.
Ahora, sin CR7, patea los penales. No falla nunca el defensor de los goles determinantes. En el recorrido final de la Liga y a los 34 años, el defensor se puso un equipo al hombro, al más campeón. Y volvió a ganar. Lo dijo Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, poco después: “Sergio Ramos se va quedar toda su vida en el Real Madrid. Es un líder impresionante”.
Detalle crucial: en plena definición de la Liga de España hizo la misma cantidad goles que el propio Messi, el Pichichi: desde que se reanudó el fútbol hasta que el Real se coronó, ambos convirtieron seis. De hecho, terminó con 11 y fue el segundo goleador del campeón por detrás de Benzema.
Y hay más sobre Ramos, que nunca se distrajo y jamás dejó de hacer bien lo que sí o sí debe hacer bien que es defender y marcar como un león. Con el tanto ante Leganés, en la última fecha de La Liga, llegó a los 121 gritos en su carrera (3 en Sevilla, 97 en la Casa Blanca y 21 en la Selección de España). Se trata de una cifra centenaria que envidiaría cualquier delantero de cualquier equipo del mundo.
Para que en Madrid terminen de dejar atrás la partida de Cristiano Ronaldo, quizá. O algo así. O para que todos entiendan que de Sergio Ramos no había que reírse.
MFV