A sus 19 años, Pedro González es la llave maestra de Xavi Hernández, la herramienta multiusos que ha desatascado al Barça de una crisis de resultados que hace apenas unos meses parecía insalvable. Un talento fuera de serie, con brotes del fútbol de Iniesta y del propio Xavi, llamado a ser el mesías de un equipo hundido por la marcha del mejor jugador que nunca ha vestido la camiseta azulgrana, Lionel Messi.
Movimientos rápidos para zafarse de sus rivales, una visión de 360º para escanear todo el campo, adaptabilidad total a diferentes situaciones de juego, y el toque preciso para regalar el mejor pase a un compañero. Esas son las cualidades innatas que no han pasado desapercibidas para el técnico de Terrassa, tampoco para su predecesor, Ronald Koeman. Quizás la preferencia por el canario es uno de los pocos puntos de unión entre el capitán que no pudo rescatar el buque del hundimiento, y el encargado de reflotarlo, aun así, con Xavi todo parece diferente.
El que fuera dueño del centro del campo -junto a Iniesta y Busquets- otorga al de Tegueste un cuidado especial. Ambos entienden el fútbol de la misma manera, por eso el catalán sabe perfectamente como pulir al diamante en bruto con el que cuenta en su once. Trabajando personalmente con él, ha logrado que su regreso signifique la vuelta a la grandeza de todo el equipo, porque con él en la medular, mejoran todos.
En los últimos tres triunfos de los blaugranas, con él presente y todos de cuatro en cuatro goles, el exjugador de la UD Las Palmas ha sobresalido muy por encima del resto, especialmente en el último ante el Athletic de Bilbao. “Estaba cagado por si la perdía. No me lo creía ni yo”, comentaba el jugador sobre un caño de espaldas a Balenziaga que hizo a muchos rememorar a Riquelme. Pero no, en el Camp Nou afirman que a quien ahora hace vibrar a la grada es, “salvando las distancias” -como dice Xavi- muy parecido a Iniesta.
A punto de fichar por el Real Madrid a recomendación de su primer mentor en la élite, Pepe Mel, la dirección deportiva del club supo desde qué lo vio que no podía titubear en su fichaje cuando el director deportivo del conjunto insular, Rocco Maiorino, convenció a Ramón Planes con un: “Tengo a Iniesta”. Tan solo una temporada después – no precisamente la más fácil en el club de la Ciudad Condal- el tinerfeño subía al escenario para recoger el Golden Boy.
Más allá de su debut en el Barça, el premio al mejor jugador joven de la temporada fue la guinda a 74 partidos disputados en los que se incluyen los de la Eurocopa y los Juegos Olímpicos, y la llave que le abrió las puertas al reconocimiento de algunos de los más grandes de la historia. “Pedri va a ser una superestrella. Es tan bueno que hasta Messi le pasa el balón”, comentaba uno de los exfutbolistas y analistas más críticos del momento, Gary Lineker, coincidiendo con Valdano, Shearer, Ferdinand muchas y otras muchas figuras que se han rendido a su fútbol.
Su hambre de fútbol acabó por pasarle factura, pues tras contar con menos de dos semanas de vacaciones, su cuádriceps izquierdo dijo basta en la derrota ante el Bayern en la ida de la fase de grupos de la Champions, molestia que reaparecería poco después manteniéndolo en dique seco hasta la Supercopa de España. Pese a ello, la ausencia parece haber sentado bien al ahora mejor aliado de Gavi.
Su precipitada vuelta a la competición tras un intenso verano no fue la esperada, su fútbol parecía más gris, menos determinante y, sobre todo, falto de la alegría que desprendía cuando bailaba entre los rivales meses atrás. Ahora, sin perder la humildad que le caracteriza, esa inteligencia que desquicia a los rivales ha vuelto a las botas de Pedri, volviendo con ella la alegría de su juego.
La diferencia que marca en el campo no es cuestionable, pero él sigue centrado en aislarse de los elogios grandilocuentes que en muchas ocasiones alimenta su propio entorno. “Tengo que trabajar mucho para ser alguien en el mundo del fútbol”, comentaba a los micrófonos tras el partido del pasado domingo. Un discurso reiterado por el presidente Joan Laporta: “Pedri está llamado a ser uno de los mejores del mundo si no el mejor, pero sabe que debe trabajar mucho”, pero algo diferente al de quien, semana a semana, le ve crecer a un ritmo superlativo: “Si hablamos de talento puro, es el mejor del mundo. Seguro”, señaló Xavi.
Si a nivel individual es uno de los activos que más invitan a soñar con un futuro repleto de éxitos, una evolución positiva de las asociaciones que el canario está fraguando en el vestuario terminarían por asegurar una nueva era dorada. El crecimiento de los últimos meses de Gavi -“solitario” por la lesión de Pedri- ha favorecido mucho una alianza que con la tutela de alguien que vivió la pasada generación, Sergio Busquets, puede consagrarse como una dupla histórica.