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El reemplazo de Fariñez en Millonarios, Cristian Bonilla: “Fui arquero porque no me gustaba correr”

El reemplazo de Fariñez en Millonarios, Cristian Bonilla: “Fui arquero porque no me gustaba correr”
El reemplazo de Fariñez en Millonarios, Cristian Bonilla: “Fui arquero porque no me gustaba correr”

El nuevo portero de Millonarios hizo un resumen de lo que ha sido su trayectoria, de las buenas y malas experiencias, todas enriquecedoras.

La voz de Cristian Bonilla es vibrante, pero de elocuencia. Las palabras son correctas para quien con el tiempo ha aprendido a no impacientarse y a ser sincero, al extremo. Y qué virtud es esa para un arquero. En este viaje al pasado, que aceptó tomar con El Espectador, la primera parada fue en Manizales, donde quizá, más adelante, sea la última. Y escarbando la memoria apareció un niño gordito que se fatigaba por todo y al que le gustaba el fútbol, mas no correr. “Por eso me metí en el arco, porque no tenía que moverme mucho”. Curiosamente Hárold Bonilla, su papá y exjugador de Once Caldas, no quería que fuera futbolista, pues su experiencia le hizo creer que para llegar al profesionalismo eran necesarios factores ajenos a uno mismo, poco controlables.

Y que a veces el talento no basta, pues se requiere una dosis de suerte y de garra, que en este caso, como en muchos, es triunfar viniendo de la adversidad. Hoy, a sus 27 años, Bonilla está listo para comenzar una nueva aventura, la quinta en su carrera deportiva, esta vez defendiendo los colores de Millonarios.

¿Es verdad que su papá le pegó durísimo porque iba perdiendo un año del colegio por jugar fútbol? Se lo pregunto porque él fue futbolista.

Uy, sí, todavía me acuerdo. Creo que estaba en cuarto de primaria. No me gustaba hacer tareas, pero no me iba mal. Sin embargo, me descuidé ese año y mi papá fue muy estricto con la educación. En esa época prefería que estudiara y que no siguiera sus pasos.

¿Entonces cuándo se dieron cuenta de que sí había un futuro con el balón?

Cuando me fue bien en el Pony Fútbol con Once Caldas. Ganamos los zonales, clasificamos a la final en Medellín y me convertí en el capitán de la selección del departamento. Ese año Envigado preguntó por mí y apareció la palabra comprar y que irse a vivir a otro lugar. Ese fue el punto de quiebre y vimos, o más bien él vio, que la cosa iba en serio.

¿Y por qué no fue a Envigado?

Bueno, todo estaba listo, pero por ese entonces mataron a Gustavo Upegui y ahí quedó la cosa. Para fortuna apareció Eduardo Pimentel y me dijo que quería contar conmigo en Boyacá Chicó.

¿Cómo entró en el radar de Pimentel?

Él trabajaba con Wilson Cano, que era amigo de mi papá y que sabía de mis condiciones como arquero, que iba a ser el titular con la selección de Colombia sub 15 y entonces empezó todo el trámite para irme a vivir a Tunja.

Estando en Boyacá Chicó, y ya con partidos como profesional, lo buscó Manchester City. ¿Cómo le fue en la prueba que hizo en Inglaterra?

Lo más de bien. Incluso en uno de los partidos atajé un penalti. Me regresé a Colombia pensando que volvía en cuestión de meses, pero nunca llamaron.

¿Por qué?

Porque los representantes que estaban llevando a cabo la negociación cambiaron todo a última hora, aumentaron el precio y gente del City dijo que no.

¿Y cómo se enteró de eso?

De casualidad me encontré con el hijo de Roberto Mancini, que por ese entonces era el DT del City, y me contó todo. No me dio tan duro porque estaba a punto de firmar con Atlético Nacional.

Cuando llegó al club verde tenía dos arqueros por delante: Gastón Pezzuti y Franco Armani. Y un tercer portero, muchas veces, no tiene ni siquiera la oportunidad de jugar…

Bueno, cuando acepté me dijeron que Armani se iba a préstamo para Envigado. Y claro, me dije: “Del dos al uno hay un solo paso”. Pero cuando llegó, ¡oh sorpresa!, Franco seguía. De todas maneras eso no me mermó, seguí trabajando con la misma mentalidad de siempre y, sobre todo, pensando en estar en el Suramericano sub-20 con Colombia.

¿Cómo fue su debut con Nacional?

En la Superliga de 2012, frente a Júnior, Pezzuti se lesionó en el primer tiempo y Armani terminó con molestias. Juan Carlos Osorio me llamó, me dijo que tenía que tapar, fui a entrenar el sábado y el domingo ya estaba en el estadio. Ese día me fue bien y el equipo ganó 3-0.

La gente lo relaciona, más allá de Nacional, con Equidad y con los cuatro años que estuvo en el club asegurador. Pero no se tiene presente que también tuvo un paso por Arabia Saudita…

En 2018 me llamó Gustavo Costas para ser parte de Al-Fayha y me dijo que si quería irme para allá. Y de una acepté. Disfruté la experiencia y creo que eso me da ahora la tranquilidad a la hora de tomar otras decisiones. Además, el que vive allá vive en cualquier parte del mundo.

¿Por qué?

Es un país muy cerrado, de costumbres diferentes, y eso lo llena a uno mucho, lo hace crecer y quizás entender la universalidad de las cosas.

¿Todavía sigue hablando con Arnulfo Valentierra?

¡Claro! Y nos acordamos de cuando mi papá me dejaba en su casa, porque era de los pocos solteros que tenía Once Caldas, y me le comía todas las salchichas rancheras. Iba y le acababa la nevera. Lo aprecio mucho, al igual que a Wílmar Villegas.

¿Qué le llamó la atención del proyecto de Millonarios?

Que es un grupo muy trabajador comandado por el profe Gamero. Tengo la esperanza de poder hacer historia en Millonarios y ganarme el cariño de la hinchada. La responsabilidad de reemplazar a un portero de tan buen nivel como Wuílker Faríñez es muy grande.

El Espectador

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