domingo 22 diciembre, 2024
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Crisis económica enfría fiebre mundialista de las barajitas

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CARACAS,  (AFP).- “Prefiero comer, que llenar el álbum”: Alejandro transpira fútbol, pero por primera vez en 24 años no podrá coleccionar los cromos de las selecciones que disputarán el Mundial, por la crisis económica que azota a los venezolanos.

Frente a un quiosco donde venden el álbum de Rusia-2018, en un barrio de clase media de Caracas, Alejandro Souki recuerda la algarabía del lugar antes de la cita en Brasil-2014.

“Esto estaba full, la gente cambiando (láminas), este le pedía al otro. Era una fiesta, chamo, todo el mundo se iba alegre, los niños, los abuelos. ¡Ya no! ¡Qué va!”, se lamenta este comerciante de 32 años.

La policía debía intervenir porque los jóvenes bloqueaban la calle en su afán por conseguir las “barajitas” faltantes o ganarse unos bolívares vendiendo las más escasas, recuerda.

Souki coleccionó los librillos desde Estados Unidos-1994. “Este es el primero que no voy a poder llenar”, dice a la AFP mientras fuma.

Los costos son inalcanzables para la mayoría: el álbum vale 800.000 bolívares y la caja de cromos, 24 millones. Sumados, equivalen a unos 102 dólares en el mercado negro, marcador de muchos productos importados ante la escasez de divisas que concentra el Estado.

Para reunir las 670 láminas se requieren dos cajas, según coleccionistas, por lo que el costo puede subir a 200 dólares, monto con el que según Alejandro puede hacer varios mercados.

Un empleado con el ingreso mínimo de 1.307.000 bolívares (5,4 dólares) requeriría 37 meses de salario para tener la colección. En 2014 necesitaba 1,7 mensualidades.

– Seguirá subiendo –

El país enfrenta una grave crisis por la caída de la renta petrolera y un errático manejo económico, según expertos, lo que se refleja en escasez de todo tipo de bienes básicos y una hiperinflación que -según el FMI- trepará a 13.000 % este año.

José Rodríguez, empleado de un restaurante, cobra mensualmente el equivalente a 20 dólares, así que necesitaría diez salarios para llenar el álbum. “Es imposible”, indicó a la AFP el joven de 22 años.

Su colección se frenará por ahora en Brasil-2014 y no podrá vender álbumes llenos, como solía hacer para tener un ingreso extra.

Y como ocurre con casi todos los precios en Venezuela, los del libro y las “barajitas” serán reajustados semanalmente por la inflación y el avance del dólar negro, advierten los vendedores.

“La inflación nos está comiendo”, se queja Alejandro. En la vecina Colombia, llenar el álbum cuesta unos 155 dólares, frente al ingreso básico de 310.

– Hasta 2022 –

Aunque Venezuela nunca jugó un Mundial de mayores y el deporte nacional es el béisbol, la Copa del Mundo de la FIFA se vive con fervor. El balompié ha ganado terreno con influencia de nutridas colonias de portugueses, españoles, italianos y colombianos.

De hecho, el país lideró las ventas regionales del álbum Panini en 2006 y 2010, pero en 2014 bajaron 50 %, comentó a la AFP Julio López, de una empresa que lo distribuye.

Entonces se regalaban hasta seis millones de álbumes para llenar. Hoy, apenas 300.000, dice López, quien ve difícil igualar las ventas de 2014.

Con la devastación económica y la crispación política a flor de piel, en el país aún no hay ambiente mundialista. La publicidad asociada al mayor evento deportivo está ausente en los medios y las grandes marcas.

Aun así, José Freitas, quien ofrece el álbum en su quiosco desde el 23 de marzo, no pierde la fe en que las ventas crezcan conforme se acerque el pitazo inicial.

“Hace cuatro años ya había vendido cinco o seis bultos de barajitas (cada uno de 12 cajas)”, comenta Freitas, de 49 años, que también lo llenará. Eso sí, solo uno, pues antes costeaba los de sus dos hijos.

“Para que los niños no se frustren mucha gente evita traerlos y que se ilusionen con el álbum”, cuenta Carlos Escalona, empleado de otro punto de venta.

Alejandro podrá ver los partidos sin problema, pues serán transmitidos en señal abierta. Para el álbum, tendrá que esperar hasta Catar-2022.

“O tendré que llenarlo en otro país, irme a otro donde tenga calidad de vida. Mientras, uno sigue aquí echándole bolas (ganas)”, dice.

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