Obviando cualquier periodo lógico de adaptación, el delantero noruego ya ha celebrado 21 goles en sus primeros 15 partidos de Premier League
Desde prebenjamines hasta llegar a la élite, sin olvidar a todos aquellos juguetes rotos que ahora inflan sus estadísticas en las liguillas de los domingos, la obsesión de todo delantero pasa por ingeniárselas para que el esférico bese la red. Los hay de muchos tipos, pero, a la hora de la verdad, todos portan el pragmatismo por bandera. Si les das a elegir entre un gol de chilena o uno de rebote, evidentemente se decantarán por el primero, pero la amenaza de una posible sequía goleadora sobre el horizonte provoca que te firmen el segundo con los ojos cerrados. Porque todos los delanteros, en mayor o menor medida, están condenados a peregrinar por el desierto en algún momento. O eso pensábamos hasta ahora, pues la irrupción de Erling Haaland en la élite ha generado un fallo en el sistema.
Nació en Leeds, pero a nadie le sorprendería si se termina descubriendo que fue creado en un laboratorio. Exhibe tan pocas debilidades que lo más razonable es pensar que de pequeño fue sumergido en la Laguna Estigia sin ser sujetado por el talón. Más que un futbolista, es un personaje literario que obliga a los cronistas a convertirse en escritores de ficción cada fin de semana. Y es que su relación con el gol tan solo se puede explicar desde el marco de la fantasía. 29 goles en 27 partidos con el Red Bull Salzburgo, 86 goles en 89 partidos con el Borussia Dortmund y, de momento, 27 goles en 21 partidos con el Manchester City. Desde que salió del cascarón coquetea con el registro de gol por partido, obligando a frivolizar lo que hasta ahora era considerado como una cifra prácticamente inalcanzable. Convirtiendo en rutina lo extraordinario.
Más que un futbolista, Haaland es un personaje literario que obliga a los cronistas a convertirse en escritores de ficción cada fin de semana. Y es que su relación con el gol tan solo se puede explicar desde el marco de la fantasía
Si George R.R. Martin se dedicase al periodismo deportivo, disfrutaría como un enano narrando las gestas de Haaland. Casualidad o no, Daemon Targaryen, su creación literaria favorita, es una calcamonía del noruego. Más allá de las similitudes físicas, ambos personajes están dotados de una mirada desafiante y una sonrisa burlona que sirve como advertencia de que, independientemente de la grandeza del adversario que tengan enfrente, terminarán cumpliendo su cometido. Porque ver a Erling en campo contrario genera la misma sensación de angustia que ver a Daemon paseando por las calles de Desembarco del Rey cuando cubre su rostro con una capucha. Los rivales, con la cabeza agachada y un temblor de piernas incontrolable, se dirigen hacia él para intentar detenerlo conociendo su destino de antemano. Si intentan entrarle con dureza, lo más probable es que sean ellos quienes terminen trastabillados, y como se les ocurra concederle una milésima de segundo para armar el disparo habrán firmado su sentencia de muerte, pues sus golpeos son letales como un ‘Dracarys’.
El camino hacia la portería contraria nunca es recto ni llano, pero Haaland lo recorre montado en una motoniveladora. Ni siquiera el hecho de estar cerca de mes y medio inactivo por el parón mundialista ha sido capaz de enfriar sus revoluciones. En la vuelta a la competición, a la que algunos futbolistas llegaron aún con las sábanas pegadas, apenas tardó once segundos en protagonizar la primera acción de peligro. Y 10 minutos en perforar la portería contraria, nada más y nada menos que contra el Liverpool en los octavos de final de la Carabao Cup. No fue diferente el guion en la reanudación de la Premier League, donde firmó un doblete ante el Leeds.
Ellan Road fue el escenario elegido por Haaland para alcanzar la veintena de goles en el campeonato doméstico, a la que hay que sumar una diana más conseguida contra el Everton este fin de semana. Números que casi cualquier delantero desearía poder registrar a final de temporada y para los que él apenas ha necesitado 15 partidos. Esta hazaña nos lleva inevitablemente a acordarnos de una de sus primeras intervenciones como jugador del Manchester City, en la que uno de los entrevistadores se aventuró a adivinar el número de goles que marcaría en la Premier League al finalizar la temporada. La respuesta fue 15, lo que provocó una sonrisa socarrona en el rostro del noruego. Pobre ingenuo, debió pensar. Tan solo necesitó 10 partidos para igualar ese pronóstico, y, con 23 jornadas todavía por delante, todo parece indicar que terminará pulverizándolo.
Vía Panenka