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Entre lágrimas, Cotto anunció final de su carrera

(Foto/La Nación) El boxeador Miguel Cotto.

Habitualmente estoico, Miguel Cotto no puede contener la emoción al pensar en todos los momentos familiares que se perdió en más de dos décadas como boxeador. Las incontables horas en el gimnasio lo mantuvieron alejado de su esposa y cuatro hijos, a veces durante semanas y meses.

Ahora sólo tendrá que hacerlo una última vez.

Cotto se despedirá del cuadrilátero cuando enfrente a Sadam Ali el 2 de diciembre en el Madison Square Garden, un escenario que considera como “mi segundo hogar”, y donde peleará por 10ma ocasión para bajar el telón de su carrera. Después de 46 combates en cuatro divisiones, el puertorriqueño de 36 años dijo que no tiene reservas sobre su decisión de colgar los guantes, y está ansioso por recuperar el tiempo perdido con su esposa Melissa y sus cuatro hijos de entre 10 y 21 años.

“Me he perdido cumpleaños, graduaciones… de todo”, dijo Cotto, sin poder contener las lágrimas, en una entrevista con The Associated Press. “No volverán, pero disfrutaré al máximo el día a día. Y no me volveré a perder un día más en sus vidas”.

Cotto recordó que había prometido que se retiraría a los 30 años, algo que por supuesto no cumplió. Ese plazo pasó hace casi siete años, ya que cumple 37 el 29 de octubre, y desde entonces ha peleado otras nueve veces con figuras de la talla de Floyd Mayweather Jr. y Saúl “Canelo” Alvarez, quienes le propinaron dos de las manchas en su foja de 41-5.

Cotto asegura que ahora sí cumplirá con su palabra y dice que está “150 por ciento” seguro de que no volverá a pelear después de defender el título del peso súper welter de la OMB que conquistó en agosto ante Yoshihiro Kamegai. Indicó que es hora de dedicarle a su familia el tiempo que se merece.

“Yo sé que están orgullosos de mí, y que están locos por tenerme con ellos todos los días”, señaló.

Ali, un púgil de 29 años oriundo de Nueva York, no tiene la fama de otros de los oponentes que Cotto enfrentó desde que debutó como profesional en 2001, pero el futuro miembro del Salón de la Fama sabe que tampoco tiene que arriesgar mucho en su adiós.

De todas formas, no tiene planes de cambiar su estilo agresivo en su última pelea.

“Toda mi carrera, hice lo mejor posible en todas las oportunidades que tuve, y no voy a cambiar nada”, dijo. “Me voy de aquí a Los Angeles para entrenarme, y siempre voy a entregarme por completo”.

Pase lo que pase el 2 de diciembre, el brillante historial de Cotto habla por sí solo: en un lapso de ocho años a partir de 2007, enfrentó a estrellas como Mayweather, Alvarez, Manny Pacquiao, Zab Judah, Shane Mosley y Sergio Martínez, la mayoría de ellos en los mejores momentos de sus carreras. Pacquiao, Antonio Margarito y Austin Trout le propinaron sus otras tres derrotas.

Además, ganó títulos mundiales en las divisiones súper ligero, welter, súper welter y mediano, en muchas ocasiones en desventaja por su estatura de 1,70 metros (5 pies, 7 pulgadas) cuando subió de categoría.

“Siempre he querido enfrentar a los mejores oponentes, en todas las oportunidades que tuve, y a veces los mejores estaban en divisiones más grandes”, dijo. “Yo no me guardé nada”.

Cuando se le pide que elija su pelea favorita, Cotto no seleccionó ninguno de sus grandes combates en el Madison Square Garden o Las Vegas. En cambio, dijo que se trata de su victoria por nocaut en 2005 en Atlantic City sobre el colombiano Ricardo Torres.

Esa fue la 25ta pelea de su carrera, y la primera vez que cayó a la lona.

“Ese combate convirtió a Miguel Cotto en el boxeador que es ahora mismo”, recordó. “En esa pelea aprendí que hay que pasar por momentos difíciles en la vida para conseguir lo que uno quiere”.

Cotto dijo que seguirá vinculado al boxeo a través de su compañía promotora en Puerto Rico, donde también quiere ayudar en la recuperación tras el devastador paso del huracán María.

Pero su tarea principal será ser padre y esposo a tiempo completo.

“(Mis hijos) nunca se han sentado conmigo a preguntarme directamente qué, cómo o cuándo” indicó. “Nunca me he sentado con ellos a explicarle de mi parte los sacrificios que he tenido que hacer en la vida para que ellos estén bien. Creo que en el momento en que lleguen las preguntas yo les tengo una respuesta a todas y cada una de ellas”.

AP

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