Valencia.- (Especial) Herlis Rodríguez salió de la nada. Desde su posición en el jardín derecho, cargado hacia el centro, corrió alrededor de 30 metros en seis segundos, para robarle un cuadrangular a Endy Chávez, en el cierre del noveno inning del cuarto partido de la semifinal.
El recorrido del veloz patrullero terminó con un salto in extremis contra la pared, que no sólo preservó el blanqueó de Lara 3-0 sino que, por mucho, se convirtió en la atrapada de la campaña 2018-2019.
Rodríguez mostró la esférica después de caer. Se incorporó, se sacudió el polvo del uniforme y alzó la gorra para agradecer los aplausos del público que asistió al Estadio José Bernardo Pérez y de sus compañeros. Mientras, el taponero Ryan Kelly respiraba aliviado en el centro del diamante.
¿Cuál era la probabilidad de atrapar esa pelota, según el tiempo, la distancia y la dirección de la conexión, cuando Kelly hizo el lanzamiento y Chávez lo golpeó? Tal vez, en el rango entre 0 y 25%, que de acuerdo con las mediciones de Stats Cast para MLB -una tecnología que todavía no está disponible en el Caribe- le otorgaría a Rodríguez un engarce de “5 Estrellas”, una categoría a la que sólo pueden acceder guantes como los de Lorenzo Cain, Ender Inciarte o Harrison Bader en las Grande Ligas.
“Hay que estar en el sitio indicado para conseguir el tiempo de un pelota bateada de esa manera. Pienso que se trata de anticipación, de saber dónde está la barda y sentir la tierra en los pies (de la zona de seguridad) para dar el salto”, describió Rodríguez después de la práctica del Cardenales. “Pero lo más importante de esa jugada, más allá de lo que pueda describir hasta el momento en que la bola entró al guante, es saber quién bateó la pelota. Lo importante es que la haya bateado una figura como Endy”.
Rodríguez creció en su natal Colón, estado Táchira, admirando las hazañas de Chávez en el jardín central, primero con los Navegantes, después en las Grandes Ligas.
“Él fue mi modelo a seguir. Yo siempre brincaba en la cama de mi mamá y papá imitándolo, diciendo que quería ser como él”, reveló. “Hace unos minutos estaba hablando con Ezequiel Carrera sobre eso. Cuando Endy reforzó a las Águilas (2016-2017) tuve la oportunidad de decirle que era mi ídolo y que de pequeño quería ser como él. Jugar a su lado fue un sueño cumplido. Apenas estaba empezando mi carrera. Ahora he llegado hasta aquí”.
La atrapada todavía era comentada en el dugout de Lara, horas antes del quinto partido de la serie.
“Todo el terreno que cubrió fue impresionante y, todavía más, dar ese salto en diagonal, para tomar la pelota. Es algo de un alto grado de complejidad”, destacó Richard Paz, coach de tercera larense.
“A los zurdos les juego de esa manera para cuidar el gap (pasillo), entre el right y el center. Creo que se trata de conocer al bateador, uno sabe dónde ubicarse. Desde donde estaba me tocó correr bastante, suerte que el batazo fue muy elevado y pude llegarle”, abundó Rodríguez, en un intento de restar importancia a la jugada.
Antes, en el primer desafío de la semifinal, a la altura de la octava entrada, Rodríguez atrapó un elevado de Luis Torrens y desde la pradera derecha hizo un disparo perfecto, de un bote, al guante de Carlos Rivero en la antesala para doblar a Chávez y terminar con la entrada.
“Creo tenía el espíritu de Endy, pienso que las cosas buenas se pegan. El esfuerzo y la dedicación durante la práctica se refleja en los juego. Es muy especial para mí que una figura, como Endy haya estado involucrado en ese tipo de jugadas”.
Esas habilidades defensivas cautivaron al grandeliga Gerardo Parra, que le obsequió uno de sus guantes durante su primera temporada con Águilas.
“Lamentablemente, este año se me extravió, alguien lo sustrajo de mis pertenencias, pero fue un gesto muy bonito de alguien que ganó dos Guantes de Oro en las Mayores. Fue como un premio para un muchacho que estaba iniciándose en el beisbol. Espero tener la oportunidad de hacer ese mismo gesto en el futuro, con alguien que esté comenzando su carrera”.
ÚTIL, COMO POCOS
“Puede hacernos ganar un juego de muchas maneras, con un triple o un cuadrangular, moviendo al corredor que está en las bases, pero también con su defensa y su brazo en los jardines. Además puede jugar con solvencia el center field, lo que nos da un seguro de vida, en caso de ocurrirle algo a Alejandro De Aza”, destacó Carlos Miguel Oropeza, gerente general del Cardenales.
Rodríguez, oculto bajo el manto del bajo perfil de las Águilas del Zulia, inscribió su nombre en la historia de la LVBP, tras batear la escalera y robarse el home plate, en los albores de la temporada 2016-2017, su segunda completa en el circuito después de ser cambiado por los Tigres de Aragua a los rapaces. Ese año, pese a un promedio de .181, acompañó a los zulianos hasta la Serie del Caribe, tras ganarse la confianza del manager Lipso Nava.
Ahora, luce el uniforme de los larenses, como el refuerzo de menor edad entre los seis equipos que clasificaron y en una alineación de peloteros curtidos, muy por encima de sus 24 años.
“Es joven, pero es un jugador que ya está probado en la liga, con muy buenos números y desempeño con Zulia, dinámico, con buena velocidad en las bases y sólida defensa, quizás uno de los mejores en su posición en el outfield, que hace jugadas como las que ha hecho en la serie”, opinó el manager José Moreno. “Es difícil de ponchar, alguien que pone la bola en juego, que controla muy bien la zona de strike”.