José Augusto Cadena es sinónimo de polémica, de escándalo, pero también de fútbol y de habilidad para moverse aquí y allá y arreglárselas para mantenerse siempre vigente.
Este jueves recibió un duro golpe, la suspensión del reconocimiento deportivo del Cúcuta, su actual club, por atrasos en sus pagos entre 2018 y 2019. La realidad es que seguramente los 167 millones de pesos que debe pagar para suspender el castigo seguramente no le serán difíciles de conseguir, pero muchos se preguntan: ¿cómo es que logra meterse en tantos líos y siempre aparece luego limpio, en otro club, usando las mismas maniobras sin que haya un castigo definitivo?
Cadena lo tiene todo a su favor: olfato, agallas y contactos en el fútbol, porque ha sido siempre una pasión para él y porque entiende como pocos la dinámica del fútbol.
Este bumangués, de 43 años, es abogado de la Universidad de La Sabana y uno de los más jóvenes directivos del fútbol local. Quiso ser futbolista pero pronto entendió que su rol estaba del lado directivo, por lo cual ha hecho sucesivos cursos de marketing deportivo en el exterior y tiene una visión global del juego. Cuenta además con el respaldo de una empresa familiar próspera que le ayuda a paliar las urgencias económicas y es frentero, retador y desconfiado, características esenciales para abrirse camino en un negocio complejo como el del balompié.
El periodista Norvey Quevedo recuerda que su primera aparición fue en 2005, cuando con solo 28 años compró el Atlético Bucaramanga por 4.000 millones de pesos, que pagó la mitad en efectivo y la otra mitad con un préstamo. A su llegada evitó el descenso, en parte gracias a sus acuerdos con el coronel Hugo Aguilar, gobernador de Santander, condenado posteriormente por nexos con las autodefensas. En 2008 sufrió el descenso y prácticamente fue declarado persona no grata en su propia ciudad. Óscar Córdoba, el exportero colombiano, en representación de un grupo inversionista, lo sacaría del lío comprando el club y dejando buenos dividendos.
Pero en 2012 reapareció el hombre de los grandes negocios: por 1.600 millones de pesos compró el club Patriotas, hizo una beneficiosa sociedad con Eduardo Pimentel para repartir ingresos oficiales para ambos equipos, pero pronto se desencantó y acabó de nuevo vendiendo.
No iba a a estar ni mucho menos lejos del fútbol: apareció para comprar un equipo de la Primera B, en Ley de quiebras, sin mayores expectativas, excepto el interés del exalcalde Ramiro Suárez, condenado a 25 años por homicidio. Cadena llegó y reestructuró la empresa al punto de reducir en varios miles de millones sus deudas. Pero en lo deportivo no salió bien la apuesta pues el equipo, a pesar de que ´l alega que invirtió una cifra millonaria, se fue de nuevo al descenso en 2015.
Cadena jugó con juveniles, llevó al equipo a Zipaquirá, peleó con todos los que le mostraron los dientes, fue investigado por todos los entes de control sin que llegaran a encontrarlo culpable, jugó con los plazos de pago pero al final encontró cómo ponerse al día y en 2018 recuperó la categoría con el técnico Lucas Pusineri, a quien trajo de Argentina sin que nadie supiera mucho de él (luego fue al Cali y hoy a Independiente) y así, contra la corriente, hizo que los hinchas del Cúcuta le dieran otra oportunidad.
¿Cómo les pagó? “Es una porquería de plaza”, dijo en un audio filtrado que no negó, amenazó con llevarse el equipo si no había respaldo de la ciudad y el departamento y hoy en día está en un pleito ante la Supersociedades, que el 13 de agosto podría condenarlo por atrasos en pagos de impuestos y otros gastos oficiales incumplidos.
Hoy Cadena tiene un lío más: la suspensión del reconocimiento deportivo por deudas a jugadores, cuerpo técnico y otros conceptos que suman 167 millones. Seguramente los pagará pero antes, como anunció, agotará los 10 días de la reposición y así, hasta salir de nuevo del lío sin heridas considerables porque sabe como ninguno moverse en el medio. ¿Cadena de errores? Cadena de polémicas… que seguramente no parará aquí.
Con información de Fútbol Red