HELLEMMES-LILLE, Francia, 9 Jul 2018 (AFP) – En la periferia de la ciudad de Lille, en Hellemmes, un terreno de juego lleva su nombre. Ahí descubrió Raphaël Varane el fútbol cuando tenía siete años, junto a su hermano, preludio de una carrera que lo llevaría con apenas dieciocho años a uno de los mejores clubes del mundo.
“En el primer entrenamiento, ya se veía que tenía algo más que el resto, su potencia”, recuerda al borde del terreno Benoît Hubaut, que le había recibido con siete años en el AS Hellemmes en 2000.
“Aquel niño, con un corte de pelo al estilo de los Jackson Five se aburría rápido, por lo que le hicimos pasar enseguida a una categoría superior”, señaló sobre el hombre que el martes jugará con Francia una semifinal del Mundial ante Bélgica.
Varane solo permaneció en aquel club dos años, ya que pronto fue fichado por el RC Lens. “Sabíamos que tenía potencial”, analiza Christophe Debuyser, exentrenador de Hellemmes, que guarda la imagen de un chico “sereno” y sobre todo “siempre muy bien aconsejado”.
Solo algunas calles de casas de ladrillos rojos separan ese complejo deportivo de Hellemmes y el domicilio donde vivía con su padre, originario de Martinica, y su madre francesa, intransigentes en lo referente a la importancia de los estudios de su hijo.
“La primera vez me reuní con su familia, su mamá, profesora, me recalcó la importancia de que le fuera bien en la escuela. Era parte del acuerdo”, explica Georges Tournay, exdirector del centro de formación del Lens.
– Estudios y equilibrio familiar –
Durante un año, Varane hace viajes de ida y vuelta diarios a su casa en esa cuenca minera del norte de Francia.
“Durante los entrenamientos, su madre se instalaba en un pasillo con sus cuadernos, y se marchaba después con Raphaël”, explica Tournay.
Después estuvo internado en el centro de formación de Liévin y más tarde en La Gaillette, este último dependiente del RC Lens. Sobre el terreno, Varane no es el mejor. No está por encima del resto, ni técnicamente ni físicamente. Es su mentalidad lo que hace la diferencia.
Equilibrado, a la escucha de los consejos, aplicado, discreto, reposado, determinado, inteligente, son palabras que aparecen sin cesar en la boca de los que le han conocido y formado.
“No habla mucho, pero lo hace de forma inteligente, en el momento oportuno”, señalan.
“Destacaba por su comportamiento, su madurez, su educación”, explica Anthyme Charlet, entonces entrenador adjunto del centro de formación de Lievin.
“Desprende mucha fuerza. Parece que no está, pero cuando realmente no está, uno se da cuenta enseguida”, añade.
“No se hablaba de él como un fenómeno, pero cuando le poníamos un desafío, era eficaz”, completo.
– Un diamante –
Primer contrato profesional con el RC Lens en 2010, primer partido de Ligue 1 frente a Montpellier y pronto llama la atención de los grandes clubes europeos. Al mismo tiempo sigue sus estudios de bachillerato, que el defensa quiere absolutamente sacar.
“Decidimos quedarnos los dos en el centro de formación para repasar”, recuerda su amigo Mathieu Duconseil, que compartía habitación con él. “Alternábamos estudiar, tenis de mesa, fútbol. Me ayudó a avanzar, tenía capacidad para expresarse, no me asombra que sea uno de los líderes ahora”, añade.
“Cuando llega al primer equipo del Lens, ya se le ve una cierta madurez, pesa a su juventud. Juega como centrocampista defensivo, defensa central, lateral derecho. Se desenvuelve sin problema en todos los puestos. Se ve un diamante que se está puliendo”, afirma Gervais Martel, presidente histórico del RC Lens.
El club desciende, pero Varane se va al Real Madrid en 2011, con solo 18 años, suscitando dudas sobre sus posibilidades en el club español, pero no en Martel.
“Desde el momento que se marchó para ver a Zidane y Mourinho, sabíamos que tenía la calidad y la fuerza mental para poder imponerse rápidamente”, indica.
Y desde entonces ha sumado cuatro Ligas de Campeones, dos ligas españolas, 47 partidos con los Bleus, con 25 años. Su gol decisivo en el Mundial-2018 frente a Uruguay en cuartos de final ha hecho olvidar su descuido en el salto del alemán Mats Hummels cuatro años antes (1-0), en Brasil-2014, también en cuartos.